Para un político de la izquierda, o del progresismo, estar ligado a estos casos de sobornos, coimas, boletas ideológicamente falsas, "sueldos" paralelos, financiamiento irregular, triangulaciones de dinero o cualquier hecho irregular del financiamiento de la política, tan conocidos últimamente por la prensa en Chile... puede ser devastador; no ocurre lo mismo en la derecha, que el impacto de esos mismos hechos tiene efectos colaterales mínimos. El caso mas simbólico es el de Sebastián Piñera, que posítivamente se sabe que ha estado involucrado en delitos y, sin embargo, llegó a ser presidente de Chile. Incluso, ahora, a pesar de los hechos que lo involucran -en actos, incluso, mas abundantes e irregulares o delictivos que lo obrado por Marco Enríquez Ominami en relación a los oscuros y descarados financiamientos de la política- se asoma como carta presidencial. El expresidente no ha sido expuesto en los medios -ni en la Fiscalía- como sí lo ha tenido que hacer el líder del partido progresista, sometiéndose a una draconiana sanción pública. La última encuesta CEP, encumbra a Piñera como líder de la derecha, y por otro lado, ME-O, desciende estrepitosamente. Michelle Bachelet ha sufrido en carne propia esta asimetría moral -al vincularla al caso Caval, no obstante, la honestidad reconocida de la presidenta- que en cierto modo soslaya al potencial corrupto de derecha, pero es inflexible con uno de la izquierda. La derecha históricamente tiene el estereotipo de ser abusadora y aprovechadora; pero la izquierda no, todo lo contrario, ya que históricamente ha demostrado luchar por demandas sociales y mas beneficios para la mayoría. Por eso la sanción social es mas fuerte hacia un político de izquierda versus uno de derecha. Y se agrava mas cuando es el yerno de Pinochet, Julio Ponce Lerou, el que se relaciona con el financiamiento de la política.
Para los chilenos de a pie, aquellos que vivieron las tropelías de la dictadura, a los que religiosamente han apoyado y votado por la Concertación y la Nueva Mayoría, es impactante e indignante que los financistas de políticos de la Izquierda o la NM sean los mismos que masacraron a sus amigos y familiares durante la dictadura.
Hasta el momento no se ha vinculado a ningún miembro del partido comunista, ni a Giorgio Jackson, ni Gabriel Boric, con financiamientos irregulares y raros para sostener campañas electorales. Es alentador que sea así, ante el contexto actual de corrupción político y empresarial. Existe una correlación proporcional de los dineros en la política y el sector beneficiado con este maridaje: es decir, dentro del espectro político, el partido que mas ha estado involucrado en casos de corrupción es la UDI; y en contrapartida, el partido menos corrupto, por decirlo de alguna forma, es el partido comunista. Los dos extremos o las antípodas. Algunos podrán decir que ningún empresario jamás financiaría a un comunista, porque sería una contradicción total, pero cuando se trata de dinero, el ser humano puede llegar a estar dispuesto a todo para satisfacer su ambición de conseguir algún espacio de poder o de mantener los vigentes.
ME-O sucumbió ante lo objetivos hechos de convertirse en presidente de Chile. Tuvo que ceder al financiamiento, porque en un sistema electoral en que la necesidad de la plétora de dinero es inmensa, si se desea ganar una elección, tarde o temprano iba a caer en las garras del dinero; y lo tenía que buscar donde está: es decir, en el gran empresariado. Porque no era suficiente el soporte entregado por Max Marambio para competir con la maquinaria de la Concertación y menos ante el millonario poderío financiero de la derecha. Y como dijo Francisco Vidal: "...a veces hay que cerrar los ojos.". Habrá que esperar que sucede con MEO, que por muy brillante que sea el tipo, esta situación lo puede afectar. Lo mas probable es que judicialmente zafe, pero lo que puede ocurrir mediáticamente no se sabe en relación a si logra reencantar a los potenciales adherentes suyos.
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