Cuando el cardenal francés Jean Louis Tauran anunció el día 13 de marzo al mundo habemus papam, grande fue la sorpresa de que un latinoamericano llegase a convertirse en el sumo pontífice; pero para los vaticanistas o expertos la novedad no venía porque el nuevo papa era argentino, sino porque era un integrante de la Compañía de Jesús, orden fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola, que tiene por característica de sus miembros rechazar los cargos que conforman la alta jerarquía de la Iglesia Católica. Además, porque durante el pontificado de Juan Pablo II fueron alejados del Vaticano por lo que su influencia se notaba reducida. Sin embargo, por primera vez en la historia tenemos un papa jesuita.
La tarea para Jorge Mario Bergoglio es muy compleja, pues la Iglesia atraviesa por serios problemas, tanto es así que Benedicto XVI tuvo que dimitir en favor de un nuevo papa más vigoroso para escudriñar y solucionar los males mundanos que estos momentos aquejan a la Iglesia Católica. Con urgencia la Iglesia requiere una higiene al interior de ella, porque es impresentable que esta institución que predica el bien esté en su interior teñida por casos de escándalos sexuales, corrupción en el Banco del Vaticano, alcahuetería por los casos de pedofilia y la sensación de una pugna por el poder en la curia romana en que tendencias más conservadoras como el Opus Dei, Legionarios de Cristo, sodalicios y otros... se han querido imponer a otras congregaciones, especialmente los jesuitas, considerados más intelectuales y de avanzada, que podrían dar mejores respuestas a las nuevas fronteras que el mundo actual tiene. Por eso bienvenido papa Francisco, que si bien -como dicen los de la Compañía de Jesús- los jesuitas cuando acceden a altos cargos eclesiásticos dejan un poco de ser jesuitas, más aún si llegan a la cúspide de esa jerarquía, como el caso de Bergoglio, no obstante, el carisma jesuita y la formación ignaciana indisolublemente van a permanecer en todos los miembros de esta orden, que se dicen muy diversos, aunque sus miembros aparecen más ligados al progresismo y en su momento a la Teología de la Liberación que fue considerada de corte izquierdista. De ahí que Juan Pablo II aparentemente los haya alejado y preferido al conservador Opus Dei. Hay que considerar que Karol Wojtyla provenía de Polonia, -país en ese entonces integrante de la órbita comunista, por lo tanto era un estado ateo- lo que influyó en el sello anticomunista de su papado. En general, la alta jerarquía de la Iglesia ha sido considerada de derecha, lo que significa que haya sido extremadamente dura con los curas que adscribieron a la Teología de la Liberación o con cualquier otra tendencia izquierdizante. Se dice que si esa rudeza hubiese sido la misma para con los curas pedófilos, hoy la Iglesia no estaría tan cuestionada. Porque se critica mucho el soslayo que hubo respecto del tema de los abusos sexuales en circunstancias que era un secreto a voces lo que ocurría en muchas partes del mundo al respecto. El fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, es un claro ejemplo de esa falta de inquisición de la Iglesia a la hora de condenar a los abusadores.
Benedicto XVI también se acercó a los Opus Dei, quizás como una suerte de estrategia para investigar a lo Legionarios de Cristo, pero además tuvo la visión de atraer a los jesuitas al Vaticano, como advirtiendo que para los complejos tiempos actuales se requería un líder proveniente de la Compañía de Jesús, orden especializada en actuar en todo tipo de fronteras y que van donde otros no quieren ir. Quizás llegó la hora de los jesuitas, que creo debe ser la élite más intelectual del catolicismo junto al Opus Dei, con la diferencia que los jesuitas por su gran formación cultural no caen en dogmas extremos.
El papa Francisco tendrá que imponer toda su sabiduría y auscultar muy bien la situación de la curia romana, porque es precisamente al interior donde quizá tenga que hacer un corte quirúrgico, pues tiene que recuperar la credibilidad del Vaticano, es decir, que haya perfecta concordancia entre lo que se dice, se hace y se piensa. En lo que respecta a lo propiamente doctrinario, reafirmará con fuerza y ortodoxia este aspecto. Pero también creo que será enérgico para poner énfasis en aspectos sociales, en que los pobres preferentemente estarán presentes en su misión. En relación a los temas morales y valóricos, no creo que haga una reforma radical, pues en este aspecto Bergoglio es más conservador. Temas como el que se refieren a la participación de la mujer, celibato, divorcio, matrimonio homosexual, uso de preservativos, aborto... serán defendidos con mirada conservadora por la Iglesia y porque no se puede exponer, aun más, a esta institución, a una potencial crisis o escisión. En todo caso estas fronteras, como dicen los jesuitas, no están siendo soslayadas, pues también se necesita un paulatino cambio cultural del pueblo católico para concordar las respuestas que demanda el complejo mundo actual. En este sentido los sacerdotes latinoamericanos han mostrado mas sabiduría y realismo que el Vaticano, y lo demuestra la Conferencia Episcopal realizada el 2007, en Aparecida, Brasil, en que como responsabilidad eclesial no excluyen a nadie en su cuidado y amor compasivo. La mujer, los migrantes, los adultos mayores, los pueblos indígenas, los afrodescendientes, los jóvenes, los pobres, agnósticos, ateos, indiferentes...
"A los casados que se divorciaron, más aún si se unieron a otro cónyuge, a las personas homosexuales, a las parejas del mismo sexo, como también a los mismos sacerdotes que abandonaron su ministerio, la Iglesia necesita acompañarlos con cuidado y amor compasivo en su problemática e historia personal. Son situaciones que desafían la pastoral actual de la iglesia, a la cual ninguna situación le puede ser indiferente". Este es una parte del texto final de la conferencia de Aparecida, cuya redacción correspondió a Jorge Mario Bergoglio, actual papa Francisco, que logró imponerse ante los deseos del Opus Dei de que uno de sus miembros fuera el redactor del texto; pero sin embargo, el texto redactado por Bergoglio, finalmente fue modificado por la curia romana, hecho que con toda seguridad el actual papa habrá evaluado.
En la Conferencia Episcopal de Aparecida, también quedó claramente establecida la opción preferencial por los pobres, manifestando un categórico rechazo a las falencias del modelo económico neoliberal que estimula el individualismo, la desigualdad y los pobres quedan sometido al implacable mercado, muchas veces sin opciones de una vida digna.
Según lo que ha manifestado Bergoglio, éste aparece como una persona biconceptual, es decir, en algunos aspectos de sus vidas es conservador y en otros es progresista. Y creo que esa condición para nada es extraña en el complejo mundo moderno.
Debo aclarar que no tengo religión, no soy católico, no obstante durante mi infancia estudié en dos colegios católicos: el Seminario Conciliar de la Serena, perteneciente a la congregación de los Barnabitas (en ese entonces todos eran curas italianos); y el colegio San Marcos de Arica, donde cursé octavo básico y conocí al cura jesuita Mario Ruiz, con el que hice la Primera Comunión en San Miguel de Azapa y que muchos de mis contemporáneos lo deben recordar muy bien por su buen humor cuando nos íbamos al Valle de LLuta a los retiros y a estudiar los preceptos cristianos.
Mas bien mi opción va por el lado de la autonomía personal de la fe, a la experiencia reflexiva e individual, y una relación con Dios sin mediadores. Pero respeto mucho a los curas y a las personas que adhieren a una religión.
SITIOS RELACIONADOS.
http://www.chilevision.cl/home/content/view/452720/2147/
http://diario.latercera.com/2013/03/16/01/contenido/reportajes/25-132221-9-un-papa-reformista.shtml
La tarea para Jorge Mario Bergoglio es muy compleja, pues la Iglesia atraviesa por serios problemas, tanto es así que Benedicto XVI tuvo que dimitir en favor de un nuevo papa más vigoroso para escudriñar y solucionar los males mundanos que estos momentos aquejan a la Iglesia Católica. Con urgencia la Iglesia requiere una higiene al interior de ella, porque es impresentable que esta institución que predica el bien esté en su interior teñida por casos de escándalos sexuales, corrupción en el Banco del Vaticano, alcahuetería por los casos de pedofilia y la sensación de una pugna por el poder en la curia romana en que tendencias más conservadoras como el Opus Dei, Legionarios de Cristo, sodalicios y otros... se han querido imponer a otras congregaciones, especialmente los jesuitas, considerados más intelectuales y de avanzada, que podrían dar mejores respuestas a las nuevas fronteras que el mundo actual tiene. Por eso bienvenido papa Francisco, que si bien -como dicen los de la Compañía de Jesús- los jesuitas cuando acceden a altos cargos eclesiásticos dejan un poco de ser jesuitas, más aún si llegan a la cúspide de esa jerarquía, como el caso de Bergoglio, no obstante, el carisma jesuita y la formación ignaciana indisolublemente van a permanecer en todos los miembros de esta orden, que se dicen muy diversos, aunque sus miembros aparecen más ligados al progresismo y en su momento a la Teología de la Liberación que fue considerada de corte izquierdista. De ahí que Juan Pablo II aparentemente los haya alejado y preferido al conservador Opus Dei. Hay que considerar que Karol Wojtyla provenía de Polonia, -país en ese entonces integrante de la órbita comunista, por lo tanto era un estado ateo- lo que influyó en el sello anticomunista de su papado. En general, la alta jerarquía de la Iglesia ha sido considerada de derecha, lo que significa que haya sido extremadamente dura con los curas que adscribieron a la Teología de la Liberación o con cualquier otra tendencia izquierdizante. Se dice que si esa rudeza hubiese sido la misma para con los curas pedófilos, hoy la Iglesia no estaría tan cuestionada. Porque se critica mucho el soslayo que hubo respecto del tema de los abusos sexuales en circunstancias que era un secreto a voces lo que ocurría en muchas partes del mundo al respecto. El fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, es un claro ejemplo de esa falta de inquisición de la Iglesia a la hora de condenar a los abusadores.
Benedicto XVI también se acercó a los Opus Dei, quizás como una suerte de estrategia para investigar a lo Legionarios de Cristo, pero además tuvo la visión de atraer a los jesuitas al Vaticano, como advirtiendo que para los complejos tiempos actuales se requería un líder proveniente de la Compañía de Jesús, orden especializada en actuar en todo tipo de fronteras y que van donde otros no quieren ir. Quizás llegó la hora de los jesuitas, que creo debe ser la élite más intelectual del catolicismo junto al Opus Dei, con la diferencia que los jesuitas por su gran formación cultural no caen en dogmas extremos.
El papa Francisco tendrá que imponer toda su sabiduría y auscultar muy bien la situación de la curia romana, porque es precisamente al interior donde quizá tenga que hacer un corte quirúrgico, pues tiene que recuperar la credibilidad del Vaticano, es decir, que haya perfecta concordancia entre lo que se dice, se hace y se piensa. En lo que respecta a lo propiamente doctrinario, reafirmará con fuerza y ortodoxia este aspecto. Pero también creo que será enérgico para poner énfasis en aspectos sociales, en que los pobres preferentemente estarán presentes en su misión. En relación a los temas morales y valóricos, no creo que haga una reforma radical, pues en este aspecto Bergoglio es más conservador. Temas como el que se refieren a la participación de la mujer, celibato, divorcio, matrimonio homosexual, uso de preservativos, aborto... serán defendidos con mirada conservadora por la Iglesia y porque no se puede exponer, aun más, a esta institución, a una potencial crisis o escisión. En todo caso estas fronteras, como dicen los jesuitas, no están siendo soslayadas, pues también se necesita un paulatino cambio cultural del pueblo católico para concordar las respuestas que demanda el complejo mundo actual. En este sentido los sacerdotes latinoamericanos han mostrado mas sabiduría y realismo que el Vaticano, y lo demuestra la Conferencia Episcopal realizada el 2007, en Aparecida, Brasil, en que como responsabilidad eclesial no excluyen a nadie en su cuidado y amor compasivo. La mujer, los migrantes, los adultos mayores, los pueblos indígenas, los afrodescendientes, los jóvenes, los pobres, agnósticos, ateos, indiferentes...
"A los casados que se divorciaron, más aún si se unieron a otro cónyuge, a las personas homosexuales, a las parejas del mismo sexo, como también a los mismos sacerdotes que abandonaron su ministerio, la Iglesia necesita acompañarlos con cuidado y amor compasivo en su problemática e historia personal. Son situaciones que desafían la pastoral actual de la iglesia, a la cual ninguna situación le puede ser indiferente". Este es una parte del texto final de la conferencia de Aparecida, cuya redacción correspondió a Jorge Mario Bergoglio, actual papa Francisco, que logró imponerse ante los deseos del Opus Dei de que uno de sus miembros fuera el redactor del texto; pero sin embargo, el texto redactado por Bergoglio, finalmente fue modificado por la curia romana, hecho que con toda seguridad el actual papa habrá evaluado.
En la Conferencia Episcopal de Aparecida, también quedó claramente establecida la opción preferencial por los pobres, manifestando un categórico rechazo a las falencias del modelo económico neoliberal que estimula el individualismo, la desigualdad y los pobres quedan sometido al implacable mercado, muchas veces sin opciones de una vida digna.
Según lo que ha manifestado Bergoglio, éste aparece como una persona biconceptual, es decir, en algunos aspectos de sus vidas es conservador y en otros es progresista. Y creo que esa condición para nada es extraña en el complejo mundo moderno.
Debo aclarar que no tengo religión, no soy católico, no obstante durante mi infancia estudié en dos colegios católicos: el Seminario Conciliar de la Serena, perteneciente a la congregación de los Barnabitas (en ese entonces todos eran curas italianos); y el colegio San Marcos de Arica, donde cursé octavo básico y conocí al cura jesuita Mario Ruiz, con el que hice la Primera Comunión en San Miguel de Azapa y que muchos de mis contemporáneos lo deben recordar muy bien por su buen humor cuando nos íbamos al Valle de LLuta a los retiros y a estudiar los preceptos cristianos.
Mas bien mi opción va por el lado de la autonomía personal de la fe, a la experiencia reflexiva e individual, y una relación con Dios sin mediadores. Pero respeto mucho a los curas y a las personas que adhieren a una religión.
SITIOS RELACIONADOS.
http://www.chilevision.cl/home/content/view/452720/2147/
http://diario.latercera.com/2013/03/16/01/contenido/reportajes/25-132221-9-un-papa-reformista.shtml
Comentarios