
Chile también tuvo una etapa de dictadura en que se desprestigió a la clase política, y éstos tampoco, en democracia, han tenido una perfomance que genere un interés por la política, mas bien parecen ser un desincentivo por las prácticas reñidas con la ética del mundo político.
No se puede dejar de mencionar la inexistencia de asignaturas de educación cívica para los estudiantes chilenos, que sería un valioso aporte para la participación de los ciudadanos en los procesos políticos
Pero en esta última elección presidencial, además, se anexaron factores más pedestres como la embriaguez producto de la farandularización que "aweona" a la gente, el costo de transporte, la sensación de que esta elección estaba definida y no se convertía en un imperativo asistir. También el hecho de que los chilenos trabajen duro y muchas hora por lo que no les queda mucho espacio para la reflexión y profundización de temas coyunturales políticos.
En las votaciones del barrio alto: Vitacura, Las condes, Lo Barnechea... siempre se caracterizan por una alta participación en los procesos eleccionarios, lo que da la razón a la tesis de que el voto voluntario tiene un sesgo clasista, porque los sectores socioeconómicos altos con más bagaje cultural son más proclives a participar e interesarse por la política que los estratos socioeconómicos más bajos. Sin embargo, la derecha en esta elección perdió apróximadamente un millón y medio de votos comparados con los que Sebastán Piñera logró cuando salió electo presidente. Se cree que esa sangría de votos corresponde al voto del momio pobre, porque en el barrio alto, donde habitan las grandes fortunas de Chile, donde están los verdaderos momios, donde sí existe conciencia de clase, prácticamente no hubo abstención para ir a votar por la Evelyn. El "momiaje" de medio pelo, más arribista, que intenta no sólo igualar en el consumo al momio ABC1, sino también lo hace en cómo vota, para tener la sensación de pertenencia a los estratos altos que aspira, en esta oportunidad al parecer sucumbió a la sensación de que la elección estaba ganada por Michelle Bachelet y no concurrió a votar. Y el "momio" pobre, que no es derecha por convicción, sino porque muchas veces fue acostumbrado a la adhesión mediante dádivas, al paquetito de mercaderías o cualquier prebenda que los dejara tranquilos e interesados para engrosar las filas de la derecha popular -concepto asociado a una masa social silenciosa y apolítica que la UDI, principalmente, ve como un mercado político interesante desde el punto de vista de captura de votos- en esta oportunidad en que debutaba presidencialmente el voto voluntario, no asistió tampoco a emitir su sufragio.
Se ha insuflado interesadamente el tema de la abstención, que ahora se puede estimar porque el padrón electoral lo componen los mayores de 18 años y potencialmente todos los días aumenta ese padrón producto del cumplimiento de edad para ejercer el derecho de votar. Hace cuatro años la ahora codiciada abstención estaba compuesta por los que que no estaban inscritos en los registros electorales. La inscripción automática generó como electores a 13 millones de chilenos, 5 millones más de los inscritos en el registro electoral a esa fecha.
Ahora no esta muy definido en términos de cantidad la exactitud del padrón electoral, porque en éste están incluidos los chilenos que actualmente viven en el extranjero (estimados en 800.000 personas), las personas procesadas por la justicia, electores que por motivos de distancia no pueden votar en donde están inscritos y, además, se sabe que hay errores como por ejemplo que el presidente Salvador Allende integra el padrón electoral en circunstancias que todos sabemos que está muerto; y no es un caso marginal, sino que hay una gran cantidad de casos parecidos mas anónimos (son 108.000 casos).
Algunos se ilusionan pensando que la abstención en forma automática significa potencialmente votos en contra de la presidenta Bachelet, pero no es así, porque si hacemos un ejercicio teórico de suponer que se haga una nueva segunda vuelta, pero solamente con todas las personas que no fueron a votar (la abstención en este caso)... les aseguro que el resultado en términos nominales y porcentuales sería casi el mismo. Es una cuestión estadística que se ha estudiado mucho cuando se hacen proyecciones, y en este caso para hacer eso existe una gran muestra, que fue la reciente segunda vuelta electoral. Es un tema estadístico, muy científica, que se ha estudiado mucho en los centros que se dedican a las encuestas y mediciones de la realidad de una sociedad determinada.
Hay que recordar que fueron tres elecciones en el año: primarias, primera vuelta y segunda vuelta. En todas ganó Bachelet claramente. En primera vuelta hubo 9 candidatos, incluso hubo uno que dijo que estaba esperando los potenciales votos de los que ahora se denominan "abstención", pero tampoco en esa oportunidad votaron. En primera vuelta votaron 6.422.355 electores; y en segunda vuelta lo hicieron 5.581.885 electores. Es decir, la abstención fue casi igual en primera vuelta como en segunda vuelta. Entonces nadie se puede adjudicar la abstención para sí, solo se puede proyectar que votarían -los que se abstuvieron- en la misma tendencia de los que fueron a votar y del cual se sabe que Bachelet obtuvo el 62,16% y Mathei el 37,83%.
Algunos han pretendido recurrir a la cantidad de abstención para intentar deslegitimar y restarle representatividad al categórico triunfo de Michelle Bachelet en la elecciones recientemente efectuadas, pero eso suena a sangrar por la herida y desconocer groseramente los instrumentos democráticos que nos permiten elegir a nuestras autoridades en el marco de procesos legales y electorales aceptado por todos
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