
Aunque para autoridades y personas que tienen participación pública cada vez es mas difícil mentir, por los infinitos ojos tecnológicos que observan y por las posibilidades de obtener información mas precisa respecto de las actividades de una persona, inexorablemente se termina mintiendo como una suerte de reflejo condicionado.
Recordemos las explicaciones de carabineros (a propósito del estudiante herido gravemente por un chorro de agua lanzado desde un carro policial en una protesta en Valparaíso), cuya forma de hacerlo no se alejan para nada de esta forma cultural de ser -ladinismo le llaman algunos- cuando se intenta zafar de una situación irregular o ilícita. Estamos llenos de verdades a media y de respuestas huidizas, cuando no trucadas hasta la mentira mas insultante a la inteligencia de las personas.
La mentira: últimamente la hemos visto patéticamente en los políticos "coimeados", en el financiamiento de los partidos políticos... Todos los involucrados en los casos irregulares entre dinero y política que se han ventilado públicamente han mentido descaradamente; tampoco en el gobierno no hacen un ejercicio de sincerarse frente a las irregularidades y sospechas, asumiendo el torpe recurso de eludir la verdad de los hechos, es decir, cantinflearse, como dijo en El Mercurio Carlos Peña en una columna habitual de los días domingos.
Pareciera que en todos lados vemos la mentira en Chile; para que hablar de la dictadura que la usó como política comunicacional sistemática, y el gobierno de Piñera no fue tan diferente al manipular las cifras estadísticas de la realidad socioeconómica.
La vemos varias veces en nuestro entorno cotidiano, en que tratamos de zafar o echarle la culpa a otro a través de las diversas formas de mentir, para salir exculpados. Cuántas veces hemos estropeado involuntariamente algún artefacto o implemento, y para no asumir esa torpeza intentamos rearmarlo -aunque sea en apariencia- para que el que venga y lo use termine siendo acusado del destrozo. O en el supermercado cuando provocamos el desplome de artículos apilados y nos hacemos los desentendidos de esa acción, que con una explicación no tendría porqué ser agraviante ni tampoco negarla.
La mentira, aunque evidentemente sea una estupidez, sigue siendo una forma cultural de defenderse de las " cagadas", irregularidades, errores e ilícitos que cometemos.
Debemos ser uno de los países menos asertivos del mundo cuando queremos expresar y explicar algo, porque también en nuestra cultura el reconocer un error o darle explicación es mal visto, incluso se estiman agravan las faltas, lo que es un rotundo error.
Cada uno debiéramos decir: confieso que he mentido...parafraseando a Pablo Neruda.
SITIOS RELACIONADOS
Palabras al cierre. Entrevista al periodista Fernando Paulsen
Murió el respeto... Noesnalaferia
Corrupción en la política... ¡Que se vayan todos! Nicolás Copano
Comentarios