Cuando Sebastián Piñera supo de la emergencia ocurrida con los mineros del yacimiento San José, en un ejercicio de especulación es tentador y factible pensar de que haya sentido un delicioso prurito en el estómago porque avizoraba un momento propicio para rentabilizar en términos de popularidad ese episodio que ha tenido a los medios de comunicación, en especial la televisión, abocados a un saturante show mediático últimamente.
Sebastián Piñera es un hombre que juega a ganador; y la ocasión de los mineros encerrados a 700 metros de profundidad, le daba la opción de jugar a ganador, a pleno, con toda las fichas como en la ruleta. Porque digámoslo claramente, cualquiera que hubiese sido el desenlace de la suerte de los mineros (ahora sabemos positivamente que están vivos), el reconocimiento a la forma, recursos y voluntad desplegados por el gobierno en esta emergencia, sin lugar a dudas, que también hubiese sido innegable y de un enorme mérito. Por lo tanto, el presidente no podía perder, aunque el final hubiese sido fatal. Piñera y su gobierno lo han hecho bien. Pero también hay que decirlo... es lo que tendría que haber hecho cualquier gobierno. Nada más y nada menos que es su pega.
Y que una cosa quede clara: que si los mineros están con vida fue por ellos y no porque el gobierno los haya salvado con vida. Esto lo digo porque en "Tolerancia Cero", programa que transmite los domingos en la noche Chilevisión, Cristian Larroulet, Ministro Secretario General de la Presidencia, tuvo la desfachatez de decir que gracias al Presidente Piñera a los mineros se les había encontrado vivos, cosa que vanidosamente el Presidente reiteró en su discurso en NU. No hay discurso, no hay entrevista, en que majaderamente y rayando en el hastío, se use este hecho para preservar popularidad, que Piñera sabe que la necesita más que lo presidentes que lo antecedieron porque con todo lo que aconteció en la mina San José, el actual mandatario debiera empinarse en más de un 90% de aprobación, sin embargo su nivel de aprobación no sobrepasa el 56%.
Con el correr de los días el episodio de los mineros de la San José ha sido aprovechado por el gobierno y todo su aparataje comunicacional para encerrar en una suerte de borrachera al país a modo de tapar otros hechos noticiosos que merecen la atención como es el caso de los comuneros en huelga de hambre. Esta situación la han indicado los mismos familiares de los mineros que sin empacho han dicho que el gobierno ha utilizado políticamente el tema para desviar la atención que merecidamente tienen las demandas de los mapuches. Obviamente que esto no ha salido en la prensa, pues ésta se ha dedicado a farandulizar la noticia (y hacer un cerrojo comunicacional del tema mapuche) y actuar de modo funcional en concomitancia con el gobierno.
La espectacular pluma de la escritora Damiela Eltit, ha señalado (en el Clinic) lo siguiente: "La intensificación de las máquinas mediáticas, ya se sabe, no sólo está allí sólo para controlar qué, cómo y cuánto se informa, sino que en su interesada selección va paulatinamente envileciendo las tramas sociales. Máquinas miméticas (...) que excava entre los escombros de la noticia buscando ese elemento cursi o morboso o insulso, que le permita alimentar el paso del día ante una noticia que, definitivamente, ya fue despedazada al punto de ser distorsionada de sí misma. (...) Los controles de estas máquinas mediáticas que producen realidad y administran la información le pertenecen a la derecha, la misma derecha que históricamente, a partir de núcleos familiares, ha manejado en gran medida el país negociando (a regañadientes) cambios culturales y beneficios sociales con los partidos políticos."
Me llama la atención que ahora todo, pero todo lo que ocurre con los mineros encerrados y sus familiares sea "buena onda". Espero que todo esto sea una pantalla comunicacional, porque lo natural es que los mineros atrapados sientan hastío, tedio, cansancio, preocupación y enojo y no estén presentando una conducta plana de "buena onda" sólamente. Ojalá que tampoco los mineros caigan en la tentación de enviar grabaciones a la superficie con verdaderas payasadas para alimentar el show mediático propulsado por el gobierno.
Si el rechazo a la termoeléctrica de Barrancones tuvo un sonado e inusitado éxito que obligó a Piñera a parar dicho proyecto, fue porque la élite a través de twitter se logró movilizar usando sus recursos, capacidad organizativa y resonancia mediática.
En el caso de los comuneros mapuches en huelga de hambre hubo desidia, pues se considera un tema ajeno a los chilenos y además no pertenecen a la elite. Por lo tanto, el gobierno no se preocupó porque no veía peligro en pérdida de popularidad. Además tienen toda la connivencia y alcahuetería comunicacional de la prensa del país (por lo menos de la mayor parte que es manejada por la derecha), lo que es un handicap para emborracharle la perdiz a los chilenos. Pero el problema mapuche ha escalado y la elite ha comenzado a opinar y son muchos los que solidariamente están tomando partido con los huelguista. De este modo, el gobierno en esta instancia no puede desentenderse -como lo hizo en un principio- de las justas demandas de los mapuches.
Si es que algún comunero mapuche en huelga de hambre muere, creo que el Presidente y el gobierno serán responsables por su falta de voluntad política para afrontar lo que concretamente en esta oportunidad piden los huelguistas, que es una reivindicación jurídica en términos que no se les aplique la ley antiterrorista, porque los han dicho casi todos... no son terroristas.
Sebastián Piñera es un hombre que juega a ganador; y la ocasión de los mineros encerrados a 700 metros de profundidad, le daba la opción de jugar a ganador, a pleno, con toda las fichas como en la ruleta. Porque digámoslo claramente, cualquiera que hubiese sido el desenlace de la suerte de los mineros (ahora sabemos positivamente que están vivos), el reconocimiento a la forma, recursos y voluntad desplegados por el gobierno en esta emergencia, sin lugar a dudas, que también hubiese sido innegable y de un enorme mérito. Por lo tanto, el presidente no podía perder, aunque el final hubiese sido fatal. Piñera y su gobierno lo han hecho bien. Pero también hay que decirlo... es lo que tendría que haber hecho cualquier gobierno. Nada más y nada menos que es su pega.
Y que una cosa quede clara: que si los mineros están con vida fue por ellos y no porque el gobierno los haya salvado con vida. Esto lo digo porque en "Tolerancia Cero", programa que transmite los domingos en la noche Chilevisión, Cristian Larroulet, Ministro Secretario General de la Presidencia, tuvo la desfachatez de decir que gracias al Presidente Piñera a los mineros se les había encontrado vivos, cosa que vanidosamente el Presidente reiteró en su discurso en NU. No hay discurso, no hay entrevista, en que majaderamente y rayando en el hastío, se use este hecho para preservar popularidad, que Piñera sabe que la necesita más que lo presidentes que lo antecedieron porque con todo lo que aconteció en la mina San José, el actual mandatario debiera empinarse en más de un 90% de aprobación, sin embargo su nivel de aprobación no sobrepasa el 56%.
Con el correr de los días el episodio de los mineros de la San José ha sido aprovechado por el gobierno y todo su aparataje comunicacional para encerrar en una suerte de borrachera al país a modo de tapar otros hechos noticiosos que merecen la atención como es el caso de los comuneros en huelga de hambre. Esta situación la han indicado los mismos familiares de los mineros que sin empacho han dicho que el gobierno ha utilizado políticamente el tema para desviar la atención que merecidamente tienen las demandas de los mapuches. Obviamente que esto no ha salido en la prensa, pues ésta se ha dedicado a farandulizar la noticia (y hacer un cerrojo comunicacional del tema mapuche) y actuar de modo funcional en concomitancia con el gobierno.
La espectacular pluma de la escritora Damiela Eltit, ha señalado (en el Clinic) lo siguiente: "La intensificación de las máquinas mediáticas, ya se sabe, no sólo está allí sólo para controlar qué, cómo y cuánto se informa, sino que en su interesada selección va paulatinamente envileciendo las tramas sociales. Máquinas miméticas (...) que excava entre los escombros de la noticia buscando ese elemento cursi o morboso o insulso, que le permita alimentar el paso del día ante una noticia que, definitivamente, ya fue despedazada al punto de ser distorsionada de sí misma. (...) Los controles de estas máquinas mediáticas que producen realidad y administran la información le pertenecen a la derecha, la misma derecha que históricamente, a partir de núcleos familiares, ha manejado en gran medida el país negociando (a regañadientes) cambios culturales y beneficios sociales con los partidos políticos."
Me llama la atención que ahora todo, pero todo lo que ocurre con los mineros encerrados y sus familiares sea "buena onda". Espero que todo esto sea una pantalla comunicacional, porque lo natural es que los mineros atrapados sientan hastío, tedio, cansancio, preocupación y enojo y no estén presentando una conducta plana de "buena onda" sólamente. Ojalá que tampoco los mineros caigan en la tentación de enviar grabaciones a la superficie con verdaderas payasadas para alimentar el show mediático propulsado por el gobierno.
Si el rechazo a la termoeléctrica de Barrancones tuvo un sonado e inusitado éxito que obligó a Piñera a parar dicho proyecto, fue porque la élite a través de twitter se logró movilizar usando sus recursos, capacidad organizativa y resonancia mediática.
En el caso de los comuneros mapuches en huelga de hambre hubo desidia, pues se considera un tema ajeno a los chilenos y además no pertenecen a la elite. Por lo tanto, el gobierno no se preocupó porque no veía peligro en pérdida de popularidad. Además tienen toda la connivencia y alcahuetería comunicacional de la prensa del país (por lo menos de la mayor parte que es manejada por la derecha), lo que es un handicap para emborracharle la perdiz a los chilenos. Pero el problema mapuche ha escalado y la elite ha comenzado a opinar y son muchos los que solidariamente están tomando partido con los huelguista. De este modo, el gobierno en esta instancia no puede desentenderse -como lo hizo en un principio- de las justas demandas de los mapuches.
Si es que algún comunero mapuche en huelga de hambre muere, creo que el Presidente y el gobierno serán responsables por su falta de voluntad política para afrontar lo que concretamente en esta oportunidad piden los huelguistas, que es una reivindicación jurídica en términos que no se les aplique la ley antiterrorista, porque los han dicho casi todos... no son terroristas.
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