El 18 de septiembre de 1970, en Londres (Inglaterra), a los 27 años, James Marshall Hendrix falleció bajo circunstancias que aún no han podido ser completamente explicadas. El caso se trata del más grande gutarrista rock de todos los tiempos, y que es más conocido como Jimi Hendrix. Sí, el mismo que cerró el Festival de Woodstock y derrochó su talento al interpretar formidablemente en una fantasía rock con su guitarra eléctrica "Concierto de Aranjuez" y el Himno Nacional de los Estados Unidos, el mismo que se ponía la guitarra en la espalda (a la altura del cuello) y "punteaba" magistralmente la música, el mismo que en más de una oportunidad prendió fuego a la guitarra como metáfora de la fuerza de su música, el mismo que tocaba la guitarra con los dientes, el mismo que innovó en el sonido de la guitarra al incorporar el "wah-wah" que en Chile lo utilizaron "Los Ángeles Negros" y Los Galos en su estilo, el mismo que usaba coloridos pañuelos en su pierna o en su cabeza y en la guitarra.
También era conocida su adicción a las drogas como la marihuana, heroína y LSD. Incluso en todo el contexto de mito de la vida y muerte del guitarrista está con visos de leyenda que Hendrix había muerto por una sobredosis de heroína que se había inyectado directamente en la aorta.
Otros señalan que al guitarrista lo habían encontrado muerto sobre un mapamundi apuntando con el dedo índice a Chile.
Con mi primo Luis Taylor Meza -que es más conocido en mi querida Arica como "Chungo"- fantaseábamos y compartíamos el gusto por el rock de los años 70; y Jimi Hendrix era un referente de ese contexto, y toda esa leyenda del genial guitarrista, para nosotros, en ese entonces, era la más pura realidad.
Entre leyenda y misterio se cumplieron 40 años de su muerte, precisamente en el día que Chile celebra su fiesta patria. En el léxico de Hendrix, Chile es referido enigmáticamente en su discografía musical.
Para los actuales cincuentones como yo, Hendrix evoca nuestra temprana adolescencia, nuestras primeras fiestas, nuestras primeras pololas, nuestro primer beso quizás, el Festival de Woodstock y, también, lamentablemente hay que decirlo, el inicio para algunos de una quimera maldita sin retorno seducida por la droga.
Como decía anteriormente la palabra "Chile" figura en dos canciones del repertorio de Jimi Hendrix. La primera es "Highway Chile" (Carretera a Chile); es el lado B de un single encabezado por la canción "The wind cries Mary", lanzado en mayo de 1967. Y la segunda es "Voodoo Chile", que no hay que confundir con "Voodoo Child" y que aparece en el mismo LP titulado Electric Ladyland (1968), pero son dos canciones diferentes, y que contribuyó a aumentar más la confusión y especulación de los nexos del músico con nuestro país.
De cualquier modo, ni "Highway Chile", ni "Voodoo child", ni "Voodoo Chile" son alusiones directas a Chile, tal como lo ha aclarado cuando ha sido consultada al respecto Janie Hendrix, hermana del guitarrista y artífice de Experience Hendrix, la fundación que administra hasta hoy el legado del guitarrista. En "Highway Chile", se dice que el músico y cantante rock hace una deformación de la palabra child (niño en español) en su pronunciación.
Sea como fuere, a los inicios de los años 70, éramos muchos los que jurábamos de guata que Jimi Hendrix tenía una especial predilección por nuestro país, quizás sostenida la creencia en la conducta excéntrica del rockero setentero.
Toda esta mitología se retroalimentaba, pues también se creía a pie juntilla que el guitarrista frecuentemente visitaba Chile para vacionar en Antofagasta, pero esta creencia carece de verosilmilitud, pues Hendrix acostumbraba a pasar sus vacaciones en las Bahamas, México o Marruecos. El genio de la guitarra, para decirlo de frentón, nunca estuvo tan "chalado" como para venir al último rincón del mundo para bañarse en una playa de nuestro país.
No existen pruebas o testimonios de si algún nortino vio al astro del rock en La Portada, en Juan López o en cualquier otro lugar de esa zona nortina.
Lo que hasta 2009 era la interrogante abierta sobre lo que realmente ocurrió ese 18 de septiembre de 1970 en el Hotel Samarkand, en el barrio de Nothing Hill en Londres, se desclasifica un poco el misterio en torno a la muerte de Jimi Hendrix a los 27 años -era muy joven al momento de su deceso- con la publicación del libro “Rock Roadie” del asistente de escenarios, James Wright.
Hasta el año pasado apenas existían dos versiones confrontadas acerca del episodio fatal. Jimi Hendrix había estado hasta muy tarde en una fiesta el 17 de septiembre. Su novia, la pintora alemana de 25 años Monika Dannemann, pasó a recogerlo y lo llevó al Hotel Samarkand, en donde pasaron la noche juntos.
Hacia la mañana del 18 de septiembre Dannemann encontraba a Hendrix sin conocimiento en su habitación, colapsado y asfixiado en vómito, según las indicaciones médicas, producto de una ingesta desmedida de alcohol mezclada con nueve píldoras Vesperax para dormir. La combinación de ambos estimulantes sería fatal para su organismo. La primera versión, entregada a la policía por el equipo médico rescatista, señala que el músico habría fallecido en el cuarto de hotel varias horas antes de que Monika Dannemann despertara. Sin embargo la alemana indicó como segunda versión que el músico aún tenía vida cuando fue trasladado en la ambulancia y que por una negligencia paramédica habría muerto en el trayecto al hospital. Dannemann murió en 1996 sin poder confirmar su acusación.
Pero desde que se publicacó las memorias de James Wright en el 2009, la enigma sobre la muerte se abrió hacia la tesis del homicidio. El asistente y autor de “Rock Rodie” escribe allí que la muerte del guitarrista fue provocada por su representante, Michael Jeffery, quien lo habría asesinado haciéndole tomar aquel medicamento combinado con vino. La teoría, descabellada para los analistas, se basa en que el manejador iba a ser despedido de su puesto y que entonces podría cobrar el seguro de vida del artista, dado que él era el beneficiario. El dato increíble de la historia es que esta confesión la habría hecho el propio Jeffery durante una noche de copas poco antes de morir en un accidente aéreo.
También era conocida su adicción a las drogas como la marihuana, heroína y LSD. Incluso en todo el contexto de mito de la vida y muerte del guitarrista está con visos de leyenda que Hendrix había muerto por una sobredosis de heroína que se había inyectado directamente en la aorta.
Otros señalan que al guitarrista lo habían encontrado muerto sobre un mapamundi apuntando con el dedo índice a Chile.
Con mi primo Luis Taylor Meza -que es más conocido en mi querida Arica como "Chungo"- fantaseábamos y compartíamos el gusto por el rock de los años 70; y Jimi Hendrix era un referente de ese contexto, y toda esa leyenda del genial guitarrista, para nosotros, en ese entonces, era la más pura realidad.
Entre leyenda y misterio se cumplieron 40 años de su muerte, precisamente en el día que Chile celebra su fiesta patria. En el léxico de Hendrix, Chile es referido enigmáticamente en su discografía musical.
Para los actuales cincuentones como yo, Hendrix evoca nuestra temprana adolescencia, nuestras primeras fiestas, nuestras primeras pololas, nuestro primer beso quizás, el Festival de Woodstock y, también, lamentablemente hay que decirlo, el inicio para algunos de una quimera maldita sin retorno seducida por la droga.
Como decía anteriormente la palabra "Chile" figura en dos canciones del repertorio de Jimi Hendrix. La primera es "Highway Chile" (Carretera a Chile); es el lado B de un single encabezado por la canción "The wind cries Mary", lanzado en mayo de 1967. Y la segunda es "Voodoo Chile", que no hay que confundir con "Voodoo Child" y que aparece en el mismo LP titulado Electric Ladyland (1968), pero son dos canciones diferentes, y que contribuyó a aumentar más la confusión y especulación de los nexos del músico con nuestro país.
De cualquier modo, ni "Highway Chile", ni "Voodoo child", ni "Voodoo Chile" son alusiones directas a Chile, tal como lo ha aclarado cuando ha sido consultada al respecto Janie Hendrix, hermana del guitarrista y artífice de Experience Hendrix, la fundación que administra hasta hoy el legado del guitarrista. En "Highway Chile", se dice que el músico y cantante rock hace una deformación de la palabra child (niño en español) en su pronunciación.
Sea como fuere, a los inicios de los años 70, éramos muchos los que jurábamos de guata que Jimi Hendrix tenía una especial predilección por nuestro país, quizás sostenida la creencia en la conducta excéntrica del rockero setentero.
Toda esta mitología se retroalimentaba, pues también se creía a pie juntilla que el guitarrista frecuentemente visitaba Chile para vacionar en Antofagasta, pero esta creencia carece de verosilmilitud, pues Hendrix acostumbraba a pasar sus vacaciones en las Bahamas, México o Marruecos. El genio de la guitarra, para decirlo de frentón, nunca estuvo tan "chalado" como para venir al último rincón del mundo para bañarse en una playa de nuestro país.
No existen pruebas o testimonios de si algún nortino vio al astro del rock en La Portada, en Juan López o en cualquier otro lugar de esa zona nortina.
Lo que hasta 2009 era la interrogante abierta sobre lo que realmente ocurrió ese 18 de septiembre de 1970 en el Hotel Samarkand, en el barrio de Nothing Hill en Londres, se desclasifica un poco el misterio en torno a la muerte de Jimi Hendrix a los 27 años -era muy joven al momento de su deceso- con la publicación del libro “Rock Roadie” del asistente de escenarios, James Wright.
Hasta el año pasado apenas existían dos versiones confrontadas acerca del episodio fatal. Jimi Hendrix había estado hasta muy tarde en una fiesta el 17 de septiembre. Su novia, la pintora alemana de 25 años Monika Dannemann, pasó a recogerlo y lo llevó al Hotel Samarkand, en donde pasaron la noche juntos.
Hacia la mañana del 18 de septiembre Dannemann encontraba a Hendrix sin conocimiento en su habitación, colapsado y asfixiado en vómito, según las indicaciones médicas, producto de una ingesta desmedida de alcohol mezclada con nueve píldoras Vesperax para dormir. La combinación de ambos estimulantes sería fatal para su organismo. La primera versión, entregada a la policía por el equipo médico rescatista, señala que el músico habría fallecido en el cuarto de hotel varias horas antes de que Monika Dannemann despertara. Sin embargo la alemana indicó como segunda versión que el músico aún tenía vida cuando fue trasladado en la ambulancia y que por una negligencia paramédica habría muerto en el trayecto al hospital. Dannemann murió en 1996 sin poder confirmar su acusación.
Pero desde que se publicacó las memorias de James Wright en el 2009, la enigma sobre la muerte se abrió hacia la tesis del homicidio. El asistente y autor de “Rock Rodie” escribe allí que la muerte del guitarrista fue provocada por su representante, Michael Jeffery, quien lo habría asesinado haciéndole tomar aquel medicamento combinado con vino. La teoría, descabellada para los analistas, se basa en que el manejador iba a ser despedido de su puesto y que entonces podría cobrar el seguro de vida del artista, dado que él era el beneficiario. El dato increíble de la historia es que esta confesión la habría hecho el propio Jeffery durante una noche de copas poco antes de morir en un accidente aéreo.
Comentarios