El título que puse y da vida al tema que me voy a referir viene a propósito de que en esta semana en la Cámara de Diputados se aprobó el proyecto de ley de que obliga a las radios a transmitir música nacional. El proyecto dispone que en la programación diaria de las radioemisoras, éstas deberán emitir una quinta parte de música nacional y de este 20% un 25% deberá ser música de raíz folclórica y de tradición oral.
Siempre he creído que forzar el gusto por algo por el simple hecho de ser chileno es una estupidez. Lo que es bueno es bueno y punto, aunque venga del extranjero. Si la creación es chilena, bueno, un tanto mejor; pero no por ser chilena ciegamente se va a preferir.
A muchos les caen antipáticos los argentinos y por eso son pifiados cuando exponen una creación, como ocurre por ejemplo en el Festival de Viña. Sin embargo, los transandinos, desde Gardel siempre han sido grito y plata en Chile; ¿por qué?, porque sencillamente la calidad se impone, aunque exista el complejo de inferioridad respecto de ellos, que nos lleva a pifiarlos en cuanto certamen se presentan y no reconocer explícitamente su calidad.
Además en materia de gustos y de artes nadie tiene el monopolio. Un autor o una creación musical o artística de calidad puede ser generada en cualquier parte del mundo y, a su vez, a todos los lugares adonde llega esa creación no tiene la misma adhesión en el gusto popular. Por ejemplo en Chile el rock no tiene tanta llegada como en Europa o Norteamérica, incluso en nuestro país se considera -equivocadamente- que esta música es una cosa sólo de gente joven, de "lolos". Muy por el contrario de lo que ocurre en Estados Unidos, por ejemplo, que a actos oficiales puede ser invitado algún rockero para interpretar algún tema para deleite de todos los rangos etarios.
También algo parecido ocurre con la salsa, que en nuestro país ha costado que entre y hasta hace muy poco se consideraba como un estilo de cumbia, y así, usando este ritmo, el chileno la bailaba o la baila. Muy al contrario de lo que ocurre en los países más calientes que desde pequeños escuchan y bailan salsa. En 1982 estuve en el Perú, en Lima, y asistí a una discoteca (como le llaman allá) e inevitablemente estaban presentes Oscar de León, Willy Colón u otro salsero para satisfacer el gusto de los limeños por este cadencioso y exquisito baile. En Chile para ese entonces aún no entraba en el gusto...
Personalmente, a mí me gusta la música que me gusta, es decir, puede ser un tango, una cueca, un vals... rock, en fin... si me llega y hay calidad puede ser cualquier tendencia musical. Por eso en esta acasión puse un video de Led Zeppelin, un clásico del rock, verdaderos dinosaurios del rock -precursores del metal- que con su calidad y carisma traspasaron las fronteras geográficas, del tiempo y las etarias. Incluso considerados por la Realeza inglesa por su aporte a la cultura musical contemporánea.
Esto de forzar a emitir música de autores chilenos en las radioemisoras refleja en el fondo una desconfianza a la calidad artística de los chilenos. Algunos también han considerado que es sólo una cuestión "populista" este proyecto de ley. Capaz que sea así; los políticos, en especial los parlamentarios, desde hace tiempo que andan como en otra y no sintonizan con lo que realmente quiere la gente y muchas veces creen que la están haciendo del oro en relación a las inquietudes de los chilenos. Un poco como que se desvinculan del mundo real. Como cuando pretendieron nacionalizar a Marcelo Bielsa.
Ahora también existen emisoras que tienen una especie de editorial musical y esta ley en cuestión estaría afectando esa línea editorial musical que le dá precisamente una identidad en particular a la radioemisoras.
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