
Fue bastante pedagógica la intervención de los estudiantes. Saben muy bien adonde quiere llegar el gobierno: es decir, no cambiar el modelo educativo actual, sino, como dice el oficialismo, "mejorar o perfeccionar" este modelo que palmariamente no resiste seguir imponiéndolo.
Si los viejos o los políticos no denunciaron los fallos evidentes del modelo educativo basado en una visión mercantilista, bienvenido a que sean los jóvenes quienes lo denuncien con claridad y los viejos se sumen al 80% de los chilenos que apoyan las demandas de los estudiantes.
La derecha o el gobierno, le echa la culpa a la Concertación por la actual situación de la educación; pero lo cierto que no es la Concertación, ni Lagos, ni Bachelet, ni Frei, ni Lavín, ni Piñera, ni Bulnes, ni los parlamentarios, ni la derecha, sino que la falla intrínseca está en el modelo aplicado. Y mientras no se cambie estructuralmente el existente modelo educativo -replicado de la visión neolibaral e individualista de la derecha- seguirá la segregación, la desigualdad, el clasismo, el altísimo costo, el elitismo, la paupérrima educación, y recurrentemente volverán los conflictos cada vez con más fuerza. En este contexto es el dinero el que manda y determina. Se han creado especies de gethos en que los ricos van a los colegios de los ricos, los no tan ricos a colegios de no tan ricos, los de clase media a establecimientos de clase media, los pobres a escuelas de pobres o municipalizadas. En esta cadena el dinero es un factor que determina en forma directamente proporcional la calidad de la educación que reciben los chilenos o la demanda consumidora de la oferta educacional, pues como lo afirmó -erróneamente- el presidente Piñera: la EDUCACIÓN ES UN BIEN DE CONSUMO.
Cuando haya un estudiante muerto -ojalá no ocurra, pero la historia está llena de estos episodios- ahí capaz que se escuchen las demandas que no son sólo de los estudiantes sino de la mayoría de los chilenos.
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