
De este modo la ignorancia, el peso del autoritarismo y el aparente desinterés de los chilenos por la cosa pública son las principales fuerzas antagónicas al respeto de los derechos de las personas y a que se forme un compromiso serio y estable con el sistema democrático. La mayoría de los chilenos aún son ignorantes de los valores y principios que inspiran nuestro sistema político, desconocen las bases del derecho que les da forma, y todavía persiste una gran desconfianza hacia las instituciones democráticas. Con este desconocimiento y desconfianza se abre espacio no sólo para potenciales experiencias populistas sino también para dejar en manos de personajes corruptos -como ha ocurrido en las últimas administraciones municipales de Arica- el comando políticosocial de una ciudad o un país.
Los ciudadanos, los electores, deben estar alerta de los muchos corruptos y sinvergüenzas que se amparan en partidos, proyectos o colectivos verdaderamente preocupados por principios del progresismo, pero que solo pretenden tener más poder, más dinero, más influencia, a veces a costa y en contra de aquellos a los que dicen defender. Es el colmo del cinismo, pero moneda corriente en nuestros días. Esto ha contribuido al desprestigio de los políticos en general.
Lo que hay que entender claramente es que el ser humano, históricamente, ha tomado sus decisiones a través de la política. La política debe ser entendida como la reflexión sobre la mejor forma de tomar decisiones colectivas. En la antigua Grecia Aristóteles definió al hombre como un animal político.
Para Jean Jacques Rousseau, la conciencia política más avanzada sería la "voluntad general", que es más que la suma de las voluntades individuales, ya que implica la noción de bien colectivo y supone la transformación moral de los individuos para anteponer el bien público al interés particular. Es decir, las personas pasarían a ser verdaderos ciudadanos sólo en el momento en que son capaces de identificar su acción con la voluntad general y de anteponer el bien público por sobre el interés particular. Sin embargo, en el contexto actual de nuestra ciudad de Arica, pareciera que fuera más difícil encontrar ciudadanos como Rousseau enunciaba, en vista de los procesos judiciales que han enfrentado alcaldes y concejales por los delitos de fraude, estafas, cohecho y corrupción en general. Usando el concepto de Rousseau, los actuales ediles procesados por los hechos de corrupción no serían verdaderos ciudadanos.
La crisis política-moral que enfrenta la ciudad de Arica en relación a las nefastas administraciones municipales de los últimos años, ha generado con justa razón la indignación de los ciudadanos que ven con estupor la desvergonzada acción de los representantes edilicios en sus deberes en un ente de suma importancia para la comunidad que tiene un enorme poder, pues las municipalidades son corporaciones autónomas de derecho público con personalidad jurídica distinta al fisco y patrimonio propio. Administran sus recursos con autonomía del gobierno central, regional o provincial. Esta entidad puede darse sus propias normas por medio de ordenanzas municipales, teniendo presente la jerarquía normativa de la Constitución y la ley. En cuanto a sus finalidades, les corresponde satisfacer las necesidades de la comunidad local y asegurar su participación en el progreso económico, social y cultural de la comuna. He ahí la fundamental importancia que la comunidad no mire para el lado y no crea que el voto nulo es un acto útil de protesta.
Los actos de protestas, Declaraciones, comentarios en contra los reciente hechos de corrupción en el municipio de Arica son, sin duda, instancias loables, pero si no tienen una encarnación política en una persona capaz, en una persona que clara y decidídamente haya denunciado la corrupción, en una persona con el carácter necesario para erradicar esta lacra de la ciudad, en una persona que haya demostrado rotundamente su eficacia y transparencia edilicia y que además ofrezca esperanza de un futuro mejor para los ariqueños... creo que se reducen las posibilidades de salir de la actual coyuntura de crisis que afecta a nuestra querida ciudad de Arica. Y sería muy lamentable que los actos de protestas queden como un episodio pintoresco y las Declaraciones Públicas se conviertan solamente en papeles manchados en tinta sin ninguna utilidad práctica como medio para barrer con la corrupción.
Algunas personas creen que los movimientos de "indignación ciudadana" no deben tener un correlato político, y están equivocados, pues los partidos políticos o los políticos son fundamentales para el funcionamiento de una democracia porque operan como organizaciones mediadoras entre la sociedad civil y el poder estatal, asumiendo las funciones de elaboración y presentación de programas políticos, así como de organización y gestión de la política.
Algunos insisten en disociar la actual situación de quiebre político-moral de la ciudad con las próximas elecciones municipales; y ésto no sólo me parece una ingenuidad e hipocresía, sino también tremendamente nocivo, pues esta actitud alienta el voto nulo o blanco para torpedear una determinada candidatura y con ello mantener el statu quo vigente de las actuales circunstancias. Se podría infinitamente hacer manifestaciones en contra de la corrupción, pero si no hay un encauce político que materialice esa voluntad ciudadana, en una persona que desee ser alcalde -y lo diga transparentemente-, que tenga la capacidad, la experiencia, el liderazgo, el carácter, el conocimiento claro de la función edilicia... toda esa indignación ciudadana caerá al vacío y no tendrá los fines que se desean. Muchos deben tener en mente quién eventualmente puede ser su candidato, otros pretenden aparecer como apolíticos como una meditada estrategia política solapada para erigirse como un potencial candidato al sillón edilicio, y otros a la espera de poder sumar votos de los simpatizantes de un edil o político venido a menos. Lo más honesto es que se dijera claramente su intención de ocupar el cargo edilicio y reprochar, sin ambages, a la tropa de sinvergüenzas procesados por corrupción y a los que les han "prestado ropa" comunicacionalmente.
Es condición sine quanon para derrotar la corrupción y lograr el progreso económico, social y cultural de Arica, una encarnación política honesta, clara, calificada que canalice o sea un medio para tomar las demandas ciudadanas y materializarlas no solo en papeles sino también en la realidad.
Candidatos al municipio y la crisis político-moral de la ciudad son factores íntimamente ligados, decir lo contrario es una ingenuidad o, lo que sería peor, una grosera hipocresía.
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