Se veía venir la salida de Claudio Borghi como técnico de la selección nacional, pero eran muy pocos -casi nadie- los que pensaban que en un lugar lejano de Europa, después de jugar un partido amistoso con un combinado europeo "del montón", se decidiría en una lúgubre maniobra despedir al "Bichi" de la selección.
Nadie se merece una situación así, menos con Claudio Borghi que a pesar de los magros resultados de "la Roja", sigue despertando simpatía en los chilenos como cuando lo eligieron rey huachaca por su estilo querendón y por el cariño inmenso que siente por Chile, que incluso lo ha dicho en su natal Argentina.
Pero así como en los gobiernos, las empresas o cualquier tipo de organismo, lo que interesa no es el daño colateral que se le puede causar a una persona, sino lo que interesa es el bien de la institución, de la selección chilena en este caso, la decisión de destituirlo quizás llega en un momento adecuado. Y desde esta perspectiva, la audaz decisión de hacer dimitir al técnico, sea lo mejor para enmendar el rumbo incierto que estaba llevando la selección en estas eliminatorias para el mundial de Brasil de 2014.
Borghi asumió la selección con un amplio consenso después de la salida de Marcelo Bielsa, producto de una reyerta entre dos visiones divergentes en relación a la política a seguir en la administración y desarrollo de nuestro fútbol. Por un lado Mayne Nicholls y Bielsa, y por el otro, los clubes grandes como Colo-Colo, U. de Chile y U. Católica. Esta última visión, hay que decirlo, respaldada por por el máximo poder político del país, con un enviado a Sudáfrica para evitar la reelección de Mayne Nicholls, y de este modo asegurar una mayor mercantilización del fútbol en contraposición a una visión más solidaria en la repartición de las ganancias por el negocio del fútbol y con ello potenciar a los clubes chicos, que era lo que pregonaba el ex timonel del fútbol chileno que encontró en Bielsa un gran aliado por la coincidencia filosófica de cómo veían el desarrollo del fútbol chileno. Todo este contexto queda simbolizado cuando en un gesto político Bielsa intenta eludir el saludo del presidente Sabastián Piñera, que en ese entonces encarnaba arquetípicamente la visión opuesta al técnico rosarino y a Harold Mayne Nicholls.
Finalmente ganaron los integrantes de las estructuras de poder en desmedro de un gran proceso histórico del fútbol chileno en que se estaban viendo exitosos resultados que llenaron de felicidad a los chilenos y provocaron la admiración del mundo futbolístico.
En contrapartida a Borghi, Marcelo Bielsa supo imponer disciplina en un medio que cuenta con futbolistas que no solo provienen de estratos socioeconómicos paupérrimos, sino también con elementos nacidos en un entorno cultural directamente relacionado con el hampa. Como existe una deficitaria formación cultural básica en bagaje de los futbolistas chilenos, la aplicación de disciplina es una condición sine quanon para emprender otros pasos y lograr los objetivos, en este caso resultados futbolísticos.
Desde la lejanía del tiempo se comprende aun más las decisiones de Bielsa de prescindir muchas veces de Jorge Valdivia y de Arturo Vidal, y de tener muy controlado a Gary Medel. No eran caprichos del técnico de entonces, sino una forma de protección del plantel y un claro encauzamiento para enrielar a estos futbolistas con claras anomalías sicológicas y deficiencias culturales básicas de su formación. Para que volver a comentar el caso Valdivia, también Gary Medel demuestra una eterna inmadurez; y ahora último se ha hecho claro el caso de Arturo Vidal que después de una seudo adaptación ha mostrado resabios comportacionales impropios de quien efectivamente haya tenido un mejor capital sociocultural. Al entorno familiar de Vidal se ha ventilado en la prensa relacionado con hechos propios del hampa. No estoy determinando a Vidal, pero sí creo que debe haber una influencia del punto de vista de su formación básica. No se entiende su falta de compromiso y sus arrebatos en la cancha, como en el último partido contra Serbia, en que lo que hizo fue criminal. Incluso el corte de pelo que se hace, que está bien para un quinceañero pero no para él que ya es bastante mayorcito, demuestra que está pegado en una etapa de su desarrollo. Logró zafar con mucha habilidad el tema del "bautizazo", con la astucia del "pillo" dirían algunos. Una vez seguro en la selección y con la venia de Borghi que lo conoce desde niño, con desparpajo a través de la prensa se negaba a aceptar el puesto que eventualmente Borghi le asignaba en la selección. Así el técnico una vez más quedaba en ridículo. Después mostrando más oficio que un gásfiter, señalaba que Borghi era mejor entrenador que Bielsa; ahora dijo (antes de la destitución del técnico): "Si se va, no sé si volvería a jugar por la Roja. El volante de la Juventus no tuvo una buena actuación en la selección, ni futbolística ni disciplinaria, pues está lejos de lo que rinde en Europa y allá no le aceptarían las desobediencias tácticas que le hizo al "Bichi".
Creo que en la selección hubo una clara deficiencia en la conducción desde el punto de vista disciplinario. Jugadores que venían de Europa a relajarse con escaso compromiso con la selección y confiados del estilo permisivo de Borghi, que se agrava patéticamente por la cercanía del técnico con algunos de los seleccionados. Futbolistas medianamente maduros hubiesen evaluado el momento difícil que pasaba Borghi y habrían hecho todo lo posible para responder a la confianza que les daba el técnico, pero...
El futbolista chileno necesita un estilo paternal pero castigador a la vez, de lo contrario nuevamente se incurrirá en las indisciplinas de estos últimos tiempos, con la excepción del proceso Bielsa, que por lo menos no se supo de indisciplinas que hayan dañado la convivencia del plantel.
Ahora, desde otra arista, cómo quedan los actuales timoneles de la ANFP que en un momento truncaron un proceso exitoso de la anterior administración. Tampoco se debe soslayar que la génesis de este desaguisado tiene su fuente en quienes tienen el actual poder político.
Nadie se merece una situación así, menos con Claudio Borghi que a pesar de los magros resultados de "la Roja", sigue despertando simpatía en los chilenos como cuando lo eligieron rey huachaca por su estilo querendón y por el cariño inmenso que siente por Chile, que incluso lo ha dicho en su natal Argentina.
Pero así como en los gobiernos, las empresas o cualquier tipo de organismo, lo que interesa no es el daño colateral que se le puede causar a una persona, sino lo que interesa es el bien de la institución, de la selección chilena en este caso, la decisión de destituirlo quizás llega en un momento adecuado. Y desde esta perspectiva, la audaz decisión de hacer dimitir al técnico, sea lo mejor para enmendar el rumbo incierto que estaba llevando la selección en estas eliminatorias para el mundial de Brasil de 2014.
Borghi asumió la selección con un amplio consenso después de la salida de Marcelo Bielsa, producto de una reyerta entre dos visiones divergentes en relación a la política a seguir en la administración y desarrollo de nuestro fútbol. Por un lado Mayne Nicholls y Bielsa, y por el otro, los clubes grandes como Colo-Colo, U. de Chile y U. Católica. Esta última visión, hay que decirlo, respaldada por por el máximo poder político del país, con un enviado a Sudáfrica para evitar la reelección de Mayne Nicholls, y de este modo asegurar una mayor mercantilización del fútbol en contraposición a una visión más solidaria en la repartición de las ganancias por el negocio del fútbol y con ello potenciar a los clubes chicos, que era lo que pregonaba el ex timonel del fútbol chileno que encontró en Bielsa un gran aliado por la coincidencia filosófica de cómo veían el desarrollo del fútbol chileno. Todo este contexto queda simbolizado cuando en un gesto político Bielsa intenta eludir el saludo del presidente Sabastián Piñera, que en ese entonces encarnaba arquetípicamente la visión opuesta al técnico rosarino y a Harold Mayne Nicholls.
Finalmente ganaron los integrantes de las estructuras de poder en desmedro de un gran proceso histórico del fútbol chileno en que se estaban viendo exitosos resultados que llenaron de felicidad a los chilenos y provocaron la admiración del mundo futbolístico.
En contrapartida a Borghi, Marcelo Bielsa supo imponer disciplina en un medio que cuenta con futbolistas que no solo provienen de estratos socioeconómicos paupérrimos, sino también con elementos nacidos en un entorno cultural directamente relacionado con el hampa. Como existe una deficitaria formación cultural básica en bagaje de los futbolistas chilenos, la aplicación de disciplina es una condición sine quanon para emprender otros pasos y lograr los objetivos, en este caso resultados futbolísticos.
Desde la lejanía del tiempo se comprende aun más las decisiones de Bielsa de prescindir muchas veces de Jorge Valdivia y de Arturo Vidal, y de tener muy controlado a Gary Medel. No eran caprichos del técnico de entonces, sino una forma de protección del plantel y un claro encauzamiento para enrielar a estos futbolistas con claras anomalías sicológicas y deficiencias culturales básicas de su formación. Para que volver a comentar el caso Valdivia, también Gary Medel demuestra una eterna inmadurez; y ahora último se ha hecho claro el caso de Arturo Vidal que después de una seudo adaptación ha mostrado resabios comportacionales impropios de quien efectivamente haya tenido un mejor capital sociocultural. Al entorno familiar de Vidal se ha ventilado en la prensa relacionado con hechos propios del hampa. No estoy determinando a Vidal, pero sí creo que debe haber una influencia del punto de vista de su formación básica. No se entiende su falta de compromiso y sus arrebatos en la cancha, como en el último partido contra Serbia, en que lo que hizo fue criminal. Incluso el corte de pelo que se hace, que está bien para un quinceañero pero no para él que ya es bastante mayorcito, demuestra que está pegado en una etapa de su desarrollo. Logró zafar con mucha habilidad el tema del "bautizazo", con la astucia del "pillo" dirían algunos. Una vez seguro en la selección y con la venia de Borghi que lo conoce desde niño, con desparpajo a través de la prensa se negaba a aceptar el puesto que eventualmente Borghi le asignaba en la selección. Así el técnico una vez más quedaba en ridículo. Después mostrando más oficio que un gásfiter, señalaba que Borghi era mejor entrenador que Bielsa; ahora dijo (antes de la destitución del técnico): "Si se va, no sé si volvería a jugar por la Roja. El volante de la Juventus no tuvo una buena actuación en la selección, ni futbolística ni disciplinaria, pues está lejos de lo que rinde en Europa y allá no le aceptarían las desobediencias tácticas que le hizo al "Bichi".
Creo que en la selección hubo una clara deficiencia en la conducción desde el punto de vista disciplinario. Jugadores que venían de Europa a relajarse con escaso compromiso con la selección y confiados del estilo permisivo de Borghi, que se agrava patéticamente por la cercanía del técnico con algunos de los seleccionados. Futbolistas medianamente maduros hubiesen evaluado el momento difícil que pasaba Borghi y habrían hecho todo lo posible para responder a la confianza que les daba el técnico, pero...
El futbolista chileno necesita un estilo paternal pero castigador a la vez, de lo contrario nuevamente se incurrirá en las indisciplinas de estos últimos tiempos, con la excepción del proceso Bielsa, que por lo menos no se supo de indisciplinas que hayan dañado la convivencia del plantel.
Ahora, desde otra arista, cómo quedan los actuales timoneles de la ANFP que en un momento truncaron un proceso exitoso de la anterior administración. Tampoco se debe soslayar que la génesis de este desaguisado tiene su fuente en quienes tienen el actual poder político.
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