
Entrar al análisis de porqué salió electo determinado candidato, o porqué no salió reelecto otro, es una tarea que puede ser muy laboriosa, compleja y muy difícil de dasarrollar, no sólo en el caso de Arica, sino también en cualquier otra elección. Factores como la desunión (que dispersa la votación), el fenómeno de los descolgados, el uso de las mismas municipalidades como plataforma propagandística, entregar una determinada imagen o sensación que se viene a mejorar el statu quo vigente, las dádivas, regalos, rifas, la desinformación o ignorancia de los electores, la despolitización, la apatía, el voto voluntario, el voto obligatorio, el voto anti, la teoría del voto perdido, el efecto Catapilco, la reiteración casi cacofónica del nombre e imagen de un candidato que queda registrado en el insconciente de los electores -al igual como la popular cocacola- y que en el impulso final automáticamente le da el voto a quien tiene grabado en su mente (top of mind le llaman los norteamericanos), los recursos financieros, el acceso a los medios, la falta de respeto hacia los adversarios, la inexistencia de una visión moral clara, la falta de credibilidad (no decir lo que realmente se piensa)... en fin, son múltiples los factores que influirían en la decisión de los electores en una contienda electoral, en especial en las municipales, que ahora ya no la consideran como el más "rasca" de todos los comicios efectuados en el país.
El sociolingúista George Lakoff sostiene, apoyándose en estudios electorales, que la mayoría de la gente no vota por sus intereses, sino en función de su identidad. Los ciudadanos votan "según su identidad, sobre la base de quiénes son, de qué valores tienen y a quién y a qué admiran". Y los estereotipos culturales y morales son los que más directamente enmarcan el voto por afinidad o por rechazo.
Lakoff supone que el mensaje del eventual candidato debe llegar a los valores y a la emocionalidad de los electores; y que la idea de la simple racionalidad o el cálculo del interés propio no es el determinante central del comportamiento a la hora de emitir el voto, por lo menos en la mayoría de las personas.
En el caso de Arica, en esta última elección municipal los ariqueños más que por razones, votaron por motivos. Es decir, hubo un componente marcado hacia lo emocional. Motivo y razón, frecuentemente lo usamos como sinónimos, pero en realidad el primero tiene un fundamento emocional y, el segundo, busca en lo racional el respaldo decisional.
Si ustedes escudriñan en las propuestas del doctor Urrutia, no se ven apuestas concretas, sino generalidades al estilo de "mejoraré la educación", "quiero la felicidad de los ariqueños", "aportaré para mejorar la salud", etc., etc. Y estoy casi seguro que los que votaron por Urrutia tampoco les interesaba que el candidato entregara propuestas concretas; y si por ahí hay algunas, lo más probable que jamás hayan sido leídas. Es decir, lo emocional unido a un estereotipo del doctor enmarcado en los ariqueños ya estaba entronizado.
Cualquier observador externo a la ciudad hubiese tenido dificultades para entender por qué los ariqueños favorecieron a Salvador Urrutia para que dirija la municipalidad por los siguientes cuatro años, en circunstacias que el doctor sumaba a su entorno al séquito de Waldo Sankán, a Valcarcistas devenidos en Sankanistas y camaleones de diversa índole que podrían haber dejado un manto de duda y generar suspicacia por seguir atado a los que generaron la crisis moral y política en Arica producto de los actos de corrupción. Pero no fue así; los ariqueños votaron por el doctor Urrutia. ¿Por qué? porque el doctor tiene una inmensa credibilidad, y esto en política es un enorme capital que cada vez es más escaso en sus participantes. El alcalde electo Salvador Urrutia podría haber tenido a Waldo Sankán desde la cárcel como jefe de campaña y de todas formas hubiese ganado. O sea, los ariqueños sin lugar a dudas le comprarían un auto usado a Urrutia, que además es doctor, cuya profesión históricamente ha sido muy respetada en Chile, agregando que el alcalde electo parece representar a la vieja estirpe de doctores más identificados con el juramento hipocrático que sus colegas de las nuevas generaciones imbuidos de la mercantilización de la medicina en el marco del modelo neoliberal que nos rige.
Por otro lado, los ariqueños tremendamente confundidos con los últimos ediles acusados de corrupción, probablemente buscaban una persona que tenga la imagen de ser un padre acogedor, comprensivo, honesto, sabio: "un tata"; y en ello que duda cabe que Salvador Urrutia con su bonhomía calzaba perfectamente en ese deseo insconsciente de los ariqueños. Quizá Urrutia -o sus asesores- se percataron de esta sutileza, pues fueron frecuentes sus fotos subidas a facebook donde aparecía con sus familiares y nietos como "el tata" que es. ¿Se recuerdan de Augusto Pinochet?, pues bien, él simbolizaba la imagen del padre autoritario y castigador que usaba la disciplina castigadora para salvarnos del peligro que significaba el caos y el desorden. ¿Recuerdan a Michelle Bachelet?, pues bien, ella es nuestra "mamá" protectora que tanto necesitamos y echamos de menos.
La personalidad de Urrutia también en esta ocasión sirvió de handicap, pues el doctor es un tipo que no genera polémica con nadie. El que menos rechazo genera en la población, sin temor a equivocarse, es el flamante alcalde electo. Urrutia, y quizás por lo mismo, pasó sin pena ni gloria como diputado; es más, muchos ni siquiera se acuerdan o no saben que el doctor fue integrante del Congreso alguna vez. No es el típico líder natural y se le achaca un carácter un poco timorato.
El doctor Urrutia nunca tuvo un gesto adusto, ni palabras inquisitivas con los involucrados en los actos de corrupción. Incluso pareció ausente del tema, no obstante que él es un importante referente en la ciudad. Esta actitud le puede haber jugado a favor a la hora de sumar votos a su candidatura. Salvador Urrutia tuvo la sutileza política de no atacar a ningún contendor, ni tampoco a Carlos Valcarce ni a Waldo Sankán (correligionario suyo en alguna época) porque supuso que podría ser una veta de potenciales votos que tendrían destino su candidatura. Así los adherentes a Sankán no se sentirían ofendidos por actos inquisitivos hacia el alcalde suspendido que se encuentra recluido en Acha. Del mismo modo esta mecánica funcionaría con Valcarce, que desde la derecha cometieron el increíble error de postular a la alcaldía a su hija, Ximena Valcarce. Con toda seguridad, en la derecha habrán coincidido plenamente con Iván Paredes respecto de las acusaciones de corrupción en contra de los progenitores de Ximena Valcarce; sin embargo, en la derecha si bien no todos estarían dispuestos a votar por un apellido que ha estado en tela de juicio, tampoco estarían dispuesto a votar por quien ha sido el más inquisitivo con su líder, aunque coincidan objetivamente en una evaluación ética de él. Y por el contrario, si estarían dispuesto -de hecho creo que ocurrió- a votar por un hombre también situado en la izquierda como Paredes, pero con la diferencia que nunca denunció inquisitivamente a Valcarce, lo que no le generó de manera alguna algún nivel de rechazo a Salvador Urrutia en la derecha.
Por eso es de suponer que el entonces candidato Salvador Urrutia eludió hasta el extremo los debates políticos propios de la contienda electoral. Entrar en ese contexto era de lleno entrar, quiera o no, a caer en la polémica, en tener que referirse claramente a los hechos recientes de corrupción y herir susceptiblidades de potenciales votos.
Esta mecánica de incremento de votos funciona así. Si un candidato ataca virulentamente a otro, lo más probable que no gane ningún voto del candidato atacado, aunque sea verdad lo que está diciendo del afectado. El doctor Urrutia actuó en este caso con una gran cirugía política.
Una persona como Salvador Urrutia, será evaluada más benevolentemente en su gestión, aunque se mande el "cagazzo" más increíble. Y en la vereda opuesta, serían más drásticos con quien es más inquisitivo.
Muchos deben saber cual era mi candidato. Una vez leyendo el diario "La Estrella de Arica", en la sección cartas al director, un lector se refería a los candidatos a alcalde que se postulaban. En el contexto de la carta se hablaba claramente de un postulante al sillón edilicio en términos despectivos y de manera general se hablaba coincidentemente de Iván Paredes -por supuesto que el diario en su estilo editorial muy mercurial no puso el nombre del candidato, aunque era evidente que la "repasá" era para él. Yo hice el mismo ejercicio, es decir, envié una carta al diario pero de una perspectiva inversa, a modo de un panegírico, en el que hablaba de manera general de los atributos que debieran tener los candidatos para ser merecedores del voto de los ariqueños. Obviamente me refería en forma tácita a Iván Paredes, pero mercurialmente no lo nombraba. La carta a diferencia de la otra que veladamente "rajaban" a Paredes, jamás se publicó. Estoy seguro de que si hubiese hecho el mismo panegírico con atributos en favor de Urrutia, pero sin mencionar su nombre, la carta habría estado impresa en alguna edición preelecionaria. Creo que hasta la prensa será más flexible con el actual alcalde electo, no obstante que Urrutia se ubica en el progresismo y el diario local lo hace de la vereda de la derecha.
Lakoff señala que los estereotipos culturales y morales son los que más directamente enmarcan el voto por afinidad o por rechazo. Hemos visto, desde mi perspectiva, el estereotipo en que está enmarcado el doctor Urrutia: Un "tata" acogedor, respetuoso, comprensivo, honesto que podría entregar las sabiduría de los más grandes. Un tipo que no genera polémicas con nadie y con nada.
Espero que el doctor Urrutia no sea perfecto, porque desconfío de esa imagen de personas que mediáticamente existen -como el actual gobierno le hizo creer a los chilenos con el gobierno de los mejores-, pero en la realidad no. Y cuando se refirió, equivocadamente después de haber ganado la elección municipal, a un gran número de ariqueños como "mala clase", me pareció más real. Para evaluarlo, habrá que esperar su gestión. Lo otro sería prejuzgar
Comentarios
Muchos candidatos hubo,profesionales, técnicos, ciudadanos que han trabajado en su ámbito por Arica, y tuvieron escaso apoyo. Siguen dominando la política, las máquuinas partidistas, que cuentan con redes y dinero.Los ciudadanos en las encuestas despotrican en contra de los partidos,pero en la práctica los apoyan, y así seguiremos con el mismo sistema. Seguramente en la presidencial saldrá la Señora Bachelet, quien nunca tuvo liderazgo, ni capacidad de decisión, pero hacía puchheros en la tele, y eso emocionaba a los chilenos. Hoy el país ha avanzado, hay pleno empleo, estamos con una economía como pocas en el mundo, pero elPresidente tiene bajo apoyo, porque carece de carisma y simpatía,.Los ciudadanos cada vez más se guian por criterios de farándula y de tipo emocional.Tendremos las autoridades que nos merecemos.