
Este tema es el típico en que hay que mirar más allá de las apariencias. ¿Por qué? porque la inscripción automática y voto voluntario dejará la actual situación intacta; es decir, los potenciales nuevos votantes (estimados en 3.800.000) posiblemente no se tomen la molestia de ir a votar en una eventual elección. Es posible que los sectores más pudientes, los sectores con mejor condición socioeconómica y cultural se decidan a ir a votar, pero los que están en la otra vereda (las clases más populares de condiciones socioeconómicas y culturales más bajas) no lo harán. Esto es así porque los antecedentes empíricos lo demuestran. En consecuencia, las elecciones inexorablemente quedarán en manos de la élite, y no será una contienda verdaderamente democrática en que todos los chilenos enfrentemos como un deber informarse respecto de las posiciones de los candidatos y los correspondientes principios, valores de los sectores políticos y visión de la sociedad que queremos. Si se legislara con la obligatoriedad de ir a votar, en cierto modo el potencial elector se verá obligado a interesarse en política y posteriormente tendrá pleno derecho a criticar a los eventuales políticos que ocupen los cargos en municipalidades, congreso y en la presidencia. De lo contrario no tendrían ningún derecho a quejarse de las políticas ni de los políticos que asuman cargos en el país.
Tal como se ha planteado la iniciativa, es posible que cada vez vaya disminuyendo más el número de votantes en las futuras elecciones, y los sectores populares no se interesen en la política. Cabe preguntarse: ¿A quién beneficiará que hayan pocos votantes y estos sean mayoritariamente de sectores socioeconómicos altos?
También la inscripción automática y voto voluntario puede dar pábulo a nuevas formas de cohecho por parte de sectores políticos económicamente poderosos que tentarán a potenciales electores a cambio de beneficios o de dinero para ir a votar por ellos. Se presentará la posibilidad de comprar su opción de ir a votar o no. Y no hay que ser muy perspicaz para darse cuenta que la derecha, que económicamente es más poderosa, se beneficiará enormemente con la aprobación de esta norma aparentemente democrática de la inscripción automática y la no consideración del deber cívico de ir a votar.
Por otro lado, esta nueva norma que se está discutiendo en el parlamento, abre un camino para permitir la votación de chilenos que vivan en el extranjero y que la derecha se ha opuesto sistemáticamente. Es posible que RN no haya sopesado los alcances de la ley respecto del derecho a votar de los chilenos residentes en el extranjero.
Esta ley es un avance, pero es insuficiente porque se persiste en mantener el sistema binominal que no está en concordancia con los requerimientos del país, y en que falta más educación cívica, en especial hacia los jóvenes que están en la enseñanza media.
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