En el reciente periplo que el presidente Sebastián Piñera realizó por Europa, los habitantes del viejo continente pudieron ver de primera mano el "estilo Piñera", lleno de atolondramientos, desubicaciones, frases repetidas hasta el hastío, opiniones inoportunas, reiteración abusiva de su rol en el rescate de los mineros que reforzaba mostrando la frase "Estamos bien en el refugio los 33"... etc. Si no fuera el presidente de la república hasta serían simpáticas todas esas "chambonadas" que Piñera comete a granel en sus acto oficiales. Se acuerdan del "marepoto", del "tusunami", de Robinson Crusoe y Juan Fernández o cuando dio a entender que Nicanor Parra estaba en el "patio de los callados", o el otro que hemos "cubrido"... en fin. Él, al parecer, no chequea nada, o no le entra la duda de si lo que dice está correcto o no; me imagino que la lectura para el presidente debe ser una pérdida de tiempo, pues necesita ese tiempo para hacer cosas. Pero la que se mandó en Alemania, debería hacerlo más reflexivo y cuidadoso, porque si uno no tiene una gran cultura debería tomarse un tiempo para revisar si lo que va decir es adecuado al contexto, pues pueden pasar bochornos como el que generó el "Deutschland über alles" (Alemania sobre todo), que es un eslogan nazi y, que por desconocimiento de la historia alemana o de una enseñanza mal enfocada por su paso por el colegio Verbo Divino, Sebastián Piñera garrafalmente deja estampado de su puño y letra en el libro de visitas de la presidencia germana.
Obviamente que nuestro presidente ya quedó "chapeado" en el mundo entero como un personaje pintoresco y que la prensa del viejo continente rápidamente reforzó con todas las desatinadas que se ha mandado acá en Chile.
La vieja derecha chilena ya en alguna oportunidad habló de la dignidad del cargo de Presidente, apuntando directamente a Sebastián Piñera por no estar a la altura del significado de tan alta investidura.
La tradicional, refinada y elegante derecha chilena se está comenzando a dar cuenta que ayudaron a crear un enorme monstruo político-mediático que al parecer ya no pueden detener y que les está causando vergüenza ajena, y más encima, los amenaza con una posible extinción del escenario político, ya que no se sienten para nada identifica dos con la nueva forma de gobernar, a pesar del voluntarismo banal e infantil de del presidente de la UDI, el senador Juan Antonio Coloma, por parecer integrados y contentos con el actual gobierno del presidente Piñera.
Sebastián Piñera, bien podría haber sido presidente de Chile representando a la Concertación (sus orígenes están en la DC). Su pragmatismo lo hace encajar en cualquier lugar político, excepto en la izquierda, aunque intentó capturar este voto en más de una oportunidad.
Recurrió a los votos de la derecha, que cansada de derrotas frente a la Concertación no le quedó más camino que tragarse a Piñera y apoyarlo para de alguna forma sentir que pueden gobernar en Chile. Pero las fisuras actuales entre Piñera y la derecha comienzan a evidenciarse. Pablo Longueira llegó a decir que el problema del gobierno era precisamente Sebastián Piñera, pues no había una identificación con los verdaderos postulados de la coalición de derecha que lo apoyó para elegirlo presidente. Nadie dice nuestro gobierno de derecha...
Por otro lado en Renovación Nacional se han preocupado, especialmente Rodrigo Hinzpeter, de eliminar el estereotipo político-cultural de la derecha -ligada a injusticias, prepotencia, defensa del gran empresariado, explotación- alzando impuestos, aumentando el royalty y recogiendo en gran parte aspiraciones no cumplidas por los gobiernos de la Concertación... pero cuánto durará esa posición electorera y mediática que recoge en apariencia la impronta de los gobiernos anteriores renunciando a su verdadera identidad y que la UDI, con convicción, desea imponer y no "camaleonearse" y no sólo ser un gobierno más, como si fuese una prolongación de la Concertación.
Se está cumpliendo, al parecer, el temor del senador Pablo Longueira de un paulatino alejamiento de un genuino gobierno de derecha -constatándose el llamado piñerismo- y no a una coalición que perdure con sus ideas más allá del término de este gobierno.
Obviamente que nuestro presidente ya quedó "chapeado" en el mundo entero como un personaje pintoresco y que la prensa del viejo continente rápidamente reforzó con todas las desatinadas que se ha mandado acá en Chile.
La vieja derecha chilena ya en alguna oportunidad habló de la dignidad del cargo de Presidente, apuntando directamente a Sebastián Piñera por no estar a la altura del significado de tan alta investidura.
La tradicional, refinada y elegante derecha chilena se está comenzando a dar cuenta que ayudaron a crear un enorme monstruo político-mediático que al parecer ya no pueden detener y que les está causando vergüenza ajena, y más encima, los amenaza con una posible extinción del escenario político, ya que no se sienten para nada identifica dos con la nueva forma de gobernar, a pesar del voluntarismo banal e infantil de del presidente de la UDI, el senador Juan Antonio Coloma, por parecer integrados y contentos con el actual gobierno del presidente Piñera.
Sebastián Piñera, bien podría haber sido presidente de Chile representando a la Concertación (sus orígenes están en la DC). Su pragmatismo lo hace encajar en cualquier lugar político, excepto en la izquierda, aunque intentó capturar este voto en más de una oportunidad.
Recurrió a los votos de la derecha, que cansada de derrotas frente a la Concertación no le quedó más camino que tragarse a Piñera y apoyarlo para de alguna forma sentir que pueden gobernar en Chile. Pero las fisuras actuales entre Piñera y la derecha comienzan a evidenciarse. Pablo Longueira llegó a decir que el problema del gobierno era precisamente Sebastián Piñera, pues no había una identificación con los verdaderos postulados de la coalición de derecha que lo apoyó para elegirlo presidente. Nadie dice nuestro gobierno de derecha...
Por otro lado en Renovación Nacional se han preocupado, especialmente Rodrigo Hinzpeter, de eliminar el estereotipo político-cultural de la derecha -ligada a injusticias, prepotencia, defensa del gran empresariado, explotación- alzando impuestos, aumentando el royalty y recogiendo en gran parte aspiraciones no cumplidas por los gobiernos de la Concertación... pero cuánto durará esa posición electorera y mediática que recoge en apariencia la impronta de los gobiernos anteriores renunciando a su verdadera identidad y que la UDI, con convicción, desea imponer y no "camaleonearse" y no sólo ser un gobierno más, como si fuese una prolongación de la Concertación.
Se está cumpliendo, al parecer, el temor del senador Pablo Longueira de un paulatino alejamiento de un genuino gobierno de derecha -constatándose el llamado piñerismo- y no a una coalición que perdure con sus ideas más allá del término de este gobierno.
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