Así, aparece orgullosamente en el diario electrónico El Morrocotudo, el título de la noticia -que lo copio literalmente- enunciado en este blog. Y en el primer párrafo de la nota (que también se difundió con "bombos y platillos" en el canal de televisión local Arica TV) continuaba así: "Atendiendo la solicitud que le hiciera el intendente, José Durana, el contratista en áreas verdes y jardines, Ruperto Ojeda, dispuso de maquinaria pesada propia y trabajadores de su empresa, de forma totalmente gratuita, para nivelar la pasada del cauce urbano del río San José, detrás del Terminal Asoagro, que estuvo obstaculizado por un par de meses, luego de la bajada del río."
Me parece increíble que ocurran este tipo de acuerdos entre un privado y un representante del gobierno, en este caso del Intendente José Durana.
Me parece cuestionable que se solicite la beneficencia de un privado para solucionar un problema que le compete a la autoridad abordarlo. El gobierno no puede aducir falta de recursos para solucionar este problema.
Si fuere así la autoridad estaría quedando cautiva y comprometida frente a la supuestamente desinteresada acción del privado que incurrió en recursos, insumos, mano de obra que se traducen finalmente en gastos financieros del empresario para solucionar un problema propio de la Intendencia, el Serviu, o el MOP. En definitiva: el Gobierno.
Las suspicacias y especulaciones pueden ser infinitas cuando no se realizan los procedimientos normales. Otros empresarios del rubro también querrían ser parte de este acuerdo entre Ojeda y el Intendente Durana, pues potencialmente sería una ventaja comparativa esta interacción entre el privado y el gobierno.
Puede perfilarse una derivada ética en este tema. Es una problemática que cuesta que en Chile se entienda; tiene que ver con el concepto accountability.
Un amigo que vivió en USA me contó que una vez intentó hacerle un obsequio -como algunas veces se estila en Chile- a la profesora de su hijo, por la dedicación y profesionalismo, en circunstancias que su hijo no dominaba el idioma inglés, y por lo tanto se requería un esfuerzo adicional de los maestros. Pero grande fue su sorpresa cuando olímpicamente la profesora le rechazó el regalo, explicando ésta que precisamente para eso -enseñar, educar, instruir- ella era maestra. Es decir, era un problema de los maestros y no de mi amigo la desventaja del idioma de su hijo.
Hace un tiempo se impuso el concepto de inteligencia emocional, ahora se ha expandido y se habla, además, de inteligencia espiritual. Y en este contexto, creo que también debiera añadirse el de inteligencia ética.
Más aun que nuestra querida ciudad está siendo percibida a los ojos de la opinión pública como un lugar de escandalosos hechos de corrupción que han involucrado a autoridades públicas.
El Intendente no debió pedir la beneficencia de los privados, ni aceptarla si es que fue concedida. Tarde o temprano, ese servicio -aparentemente altruista- prestado, tendrá un costo que se deberá pagar.
Me parece increíble que ocurran este tipo de acuerdos entre un privado y un representante del gobierno, en este caso del Intendente José Durana.
Me parece cuestionable que se solicite la beneficencia de un privado para solucionar un problema que le compete a la autoridad abordarlo. El gobierno no puede aducir falta de recursos para solucionar este problema.
Si fuere así la autoridad estaría quedando cautiva y comprometida frente a la supuestamente desinteresada acción del privado que incurrió en recursos, insumos, mano de obra que se traducen finalmente en gastos financieros del empresario para solucionar un problema propio de la Intendencia, el Serviu, o el MOP. En definitiva: el Gobierno.
Las suspicacias y especulaciones pueden ser infinitas cuando no se realizan los procedimientos normales. Otros empresarios del rubro también querrían ser parte de este acuerdo entre Ojeda y el Intendente Durana, pues potencialmente sería una ventaja comparativa esta interacción entre el privado y el gobierno.
Puede perfilarse una derivada ética en este tema. Es una problemática que cuesta que en Chile se entienda; tiene que ver con el concepto accountability.
Un amigo que vivió en USA me contó que una vez intentó hacerle un obsequio -como algunas veces se estila en Chile- a la profesora de su hijo, por la dedicación y profesionalismo, en circunstancias que su hijo no dominaba el idioma inglés, y por lo tanto se requería un esfuerzo adicional de los maestros. Pero grande fue su sorpresa cuando olímpicamente la profesora le rechazó el regalo, explicando ésta que precisamente para eso -enseñar, educar, instruir- ella era maestra. Es decir, era un problema de los maestros y no de mi amigo la desventaja del idioma de su hijo.
Hace un tiempo se impuso el concepto de inteligencia emocional, ahora se ha expandido y se habla, además, de inteligencia espiritual. Y en este contexto, creo que también debiera añadirse el de inteligencia ética.
Más aun que nuestra querida ciudad está siendo percibida a los ojos de la opinión pública como un lugar de escandalosos hechos de corrupción que han involucrado a autoridades públicas.
El Intendente no debió pedir la beneficencia de los privados, ni aceptarla si es que fue concedida. Tarde o temprano, ese servicio -aparentemente altruista- prestado, tendrá un costo que se deberá pagar.
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