Creo que a la Concertación le faltó renovación para enfrentar la contienda electoral recientemente terminada y que dejó como presidente electo a Sebastián Piñera. El candidato Eduardo Frei, si bien es una persona capaz y honesta, sucumbió frente a la seductora idea-marco del "cambio" que estableció la derecha en esta oportunidad.
Esto le pasó al mismo Joaquín Lavín, que fue el primero en importar el eslogan electorero del "cambio", sin embargo perdió las elecciones porque se vio como una persona repetida, no obstante su tonelaje político.
Muchas veces la gente es muy simple y no se enreda con sutilezas; y pueden quedar tranquiilas o apoyar a alguien sólo porque es una cara nueva.
Pero no se puede hablar de la causa, porque generalmente es un cúmulo de hechos que explican e inciden en la derrota en la carrera a La Moneda. Siempre hay una causalidad, es decir, muchos factores que se relacionan y generaron el escenario actual de la Concertación.
Pero hay un hecho que es gravitante, y ese fue la desunión de las fuerzas progresistas. Si no hay unión de los progresistas de todos los colores difícilmente se podría lograr triunfar en las elecciones presidenciales, pues en el sector adversario hay mucho poder: el económico y el mediático. En este sentido ellos fijan, pautean o ponen en el tapete noticioso los temas que desacreditan a la Concertación o al gobierno, y su vez, minimizan o bajan el perfil a noticias que eventualmente no favorecen los intereses de la derecha En este contexto cobra gran relevancia los medios realmente independientes o de izquierda como Radio Cooperativa, Radio Bio Bio, el diario electrónico El Mostrador, el Clinic, El Siglo, Punto Final... o cualquier prensa que no sea obsecuente con el futuro gobierno de derecha, porque el espectáculo dado por los canales de televisión que se dejaron pautear por el presidente electo en el sentido de no tocar el incómodo tema del dinero y la política, es un mal augurio de lo que podría pasar a nivel mediático en nuestro país. Piñera o el equipo que en estos momentos lo asesora, concedieron entrevistas a condición de que no se le interrogara acerca de sus negocios y el estado en que se hallaba la promesa de desprenderse de ellos. Así de simple y claro.
La derecha ahora tendrá que salir al pizarrón y crear el millón de empleos que Piñera prometió en su campaña, hecho que para la mayoría de los economistas serios fue una apuesta muy arriesgada.
El futuro gobierno de Piñera encontrará un país con economía ordenada, con ahorros, y con proyecciones de que en el plano económico la crisis se irá disipando.
Nuestro país no tiene graves problemas de delincuencia ni de corrupción, por lo tanto, Piñera tendrá que seguir reafirmando el camino trazado en estos temas por los gobiernos de la Concertación en estos 20 años.
En el aspecto laboral el gobierno de Piñera tendrá que entenderse con los trabajadores a través de los sindicatos, a los que en su campaña presidencial Piñera desconoció su legitimidad. Este puede ser un tema candente, pues la derecha aspira a eliminar las indemnizaciones por años de servicio de los trabajadores y a su vez tener un campo más favorable para la flexibilidad laboral. La CUT será preponderante en la defensa de los derechos de los trabajadores.
Según ideología, convicciones e intereses de la derecha, en educación y salud no cambiará nada, excepto algunas retoques cosméticos que no irán al fondo del problema.Lo mismo en el área tributaria, que sería condición sinne quanon para una reforma de verdad en educación y salud; pero sin un cambio en el sistema tributario toda propuesta en salud y educación suena a palabrería hueca.
La filosofía fundamental de la derecha no es la protección social de los pobres, sino su énfasis está en la des-regulación, en la privatización y mercantilización de todas las áreas de la sociedad.
En todo caso la UDI no querrá perder el capital electoral acumulado en lo que ellos llaman el mundo popular y tendrán que conciliar políticas cuyo efecto no tienen el máximo beneficio para el mayor número de personas con políticas más ligadas a la protección social que los gobiernos de la Concertación trazaron en estos 20 años de gobierno.
A veces frente a los tropiezos los gobiernos irresponsablemente caen en medidas populistas que venden mucho en el corto plazo pero son nefastas a la larga. Los gobiernos de la Cocertación jamás se tentaron hacia esa forma indeseable de gobernar y pudieron sobrellevar los momentos difíciles sin hipotecar el futuro. Al contrario, hoy Chile está en muy buenas condiciones para saltar hacia hacia estados superiores de desarrrollo. Es de esperar que no aparezca la tentación populista en la derecha. En este sentido políticos de la seriedad de Pablo Longueira creo que impedirían un viraje al populismo.
Piñera es un hombre pragmático y no es el típico político de derecha (sus amigos dicen que jamás será de derecha), lo que le puede dar más flexibilidad para tomar algunas banderas del progresismo de la Concertación, así como lo ha hecho Sarkozi en Francia y que en estos momentos tiene en crisis al partido socialista, pues este partido aparece como si se hubiese quedado sin banderas de lucha. Si Piñera emula al gobernante francés tendrá varios puntos a su favor. Y esto se debería tomar de manera positiva y no criticar por venir de un hombre apoyado por la derecha. La ruta progresista trazada por la Concertación es un viaje sin retorno, y cualquiera que tome la posta en ese sentido tiene que ser apoyado. Ahora habría que ver hasta qué punto la derecha asume el camino progresista pavimentado por la Concertación, porque el progresismo no sólo se circunscribe a los temas valóricos sino a todos los aspectos de la vida en sociedad.
Esto le pasó al mismo Joaquín Lavín, que fue el primero en importar el eslogan electorero del "cambio", sin embargo perdió las elecciones porque se vio como una persona repetida, no obstante su tonelaje político.
Muchas veces la gente es muy simple y no se enreda con sutilezas; y pueden quedar tranquiilas o apoyar a alguien sólo porque es una cara nueva.
Pero no se puede hablar de la causa, porque generalmente es un cúmulo de hechos que explican e inciden en la derrota en la carrera a La Moneda. Siempre hay una causalidad, es decir, muchos factores que se relacionan y generaron el escenario actual de la Concertación.
Pero hay un hecho que es gravitante, y ese fue la desunión de las fuerzas progresistas. Si no hay unión de los progresistas de todos los colores difícilmente se podría lograr triunfar en las elecciones presidenciales, pues en el sector adversario hay mucho poder: el económico y el mediático. En este sentido ellos fijan, pautean o ponen en el tapete noticioso los temas que desacreditan a la Concertación o al gobierno, y su vez, minimizan o bajan el perfil a noticias que eventualmente no favorecen los intereses de la derecha En este contexto cobra gran relevancia los medios realmente independientes o de izquierda como Radio Cooperativa, Radio Bio Bio, el diario electrónico El Mostrador, el Clinic, El Siglo, Punto Final... o cualquier prensa que no sea obsecuente con el futuro gobierno de derecha, porque el espectáculo dado por los canales de televisión que se dejaron pautear por el presidente electo en el sentido de no tocar el incómodo tema del dinero y la política, es un mal augurio de lo que podría pasar a nivel mediático en nuestro país. Piñera o el equipo que en estos momentos lo asesora, concedieron entrevistas a condición de que no se le interrogara acerca de sus negocios y el estado en que se hallaba la promesa de desprenderse de ellos. Así de simple y claro.
La derecha ahora tendrá que salir al pizarrón y crear el millón de empleos que Piñera prometió en su campaña, hecho que para la mayoría de los economistas serios fue una apuesta muy arriesgada.
El futuro gobierno de Piñera encontrará un país con economía ordenada, con ahorros, y con proyecciones de que en el plano económico la crisis se irá disipando.
Nuestro país no tiene graves problemas de delincuencia ni de corrupción, por lo tanto, Piñera tendrá que seguir reafirmando el camino trazado en estos temas por los gobiernos de la Concertación en estos 20 años.
En el aspecto laboral el gobierno de Piñera tendrá que entenderse con los trabajadores a través de los sindicatos, a los que en su campaña presidencial Piñera desconoció su legitimidad. Este puede ser un tema candente, pues la derecha aspira a eliminar las indemnizaciones por años de servicio de los trabajadores y a su vez tener un campo más favorable para la flexibilidad laboral. La CUT será preponderante en la defensa de los derechos de los trabajadores.
Según ideología, convicciones e intereses de la derecha, en educación y salud no cambiará nada, excepto algunas retoques cosméticos que no irán al fondo del problema.Lo mismo en el área tributaria, que sería condición sinne quanon para una reforma de verdad en educación y salud; pero sin un cambio en el sistema tributario toda propuesta en salud y educación suena a palabrería hueca.
La filosofía fundamental de la derecha no es la protección social de los pobres, sino su énfasis está en la des-regulación, en la privatización y mercantilización de todas las áreas de la sociedad.
En todo caso la UDI no querrá perder el capital electoral acumulado en lo que ellos llaman el mundo popular y tendrán que conciliar políticas cuyo efecto no tienen el máximo beneficio para el mayor número de personas con políticas más ligadas a la protección social que los gobiernos de la Concertación trazaron en estos 20 años de gobierno.
A veces frente a los tropiezos los gobiernos irresponsablemente caen en medidas populistas que venden mucho en el corto plazo pero son nefastas a la larga. Los gobiernos de la Cocertación jamás se tentaron hacia esa forma indeseable de gobernar y pudieron sobrellevar los momentos difíciles sin hipotecar el futuro. Al contrario, hoy Chile está en muy buenas condiciones para saltar hacia hacia estados superiores de desarrrollo. Es de esperar que no aparezca la tentación populista en la derecha. En este sentido políticos de la seriedad de Pablo Longueira creo que impedirían un viraje al populismo.
Piñera es un hombre pragmático y no es el típico político de derecha (sus amigos dicen que jamás será de derecha), lo que le puede dar más flexibilidad para tomar algunas banderas del progresismo de la Concertación, así como lo ha hecho Sarkozi en Francia y que en estos momentos tiene en crisis al partido socialista, pues este partido aparece como si se hubiese quedado sin banderas de lucha. Si Piñera emula al gobernante francés tendrá varios puntos a su favor. Y esto se debería tomar de manera positiva y no criticar por venir de un hombre apoyado por la derecha. La ruta progresista trazada por la Concertación es un viaje sin retorno, y cualquiera que tome la posta en ese sentido tiene que ser apoyado. Ahora habría que ver hasta qué punto la derecha asume el camino progresista pavimentado por la Concertación, porque el progresismo no sólo se circunscribe a los temas valóricos sino a todos los aspectos de la vida en sociedad.
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