Piñera es un hombre que ha demostrado que vive preso de las encuestas, pues sus decisiones finales van en directa función de los informes estadísticos de opinión pública, aunque éste vaya en contra de lo que piensa o cree.
Durante la campaña electoral se comprometió con los militares para "solucionar" el tema de los violadores de los derechos humanos; de esta forma pensaba que ganaba unos votitos más y de paso tranquilizaba a la derecha que íntimamente -algunos lo expresan claramante- piensa que hay que indultar a los criminales que delinquieron cuando gobernaron en dictadura. Mal que mal la derecha fue la sostenedora ideológica de ese régimen y los miitares fueron sus instrumentos, o sea el arma con que masacraron a tantos chilenos.
Pero el presidente Piñera no se podía decidir favorablemente -ahora- por el indulto, porque el entonces candidato Piñera habló de la puerta giratoria, de la mano dura contra la delincuencia, es decir, de todo ese show mediático que usó en compañía de la derecha para instalar el marco mental en los chilenos que la delincuencia era un tema que los "ineficientes" de la Concertación no habían sabido manejar.
Y así se pillaron los dedos. El indulto significaba para el gobierno una paradoja y una señal hacia la opinión pública de que no estaban cumpliendo con lo "cacareado".
La opinión pública según los sondeos está en contra de un indulto general. En términos televisivos, no tiene ratig. A los ciudadanos comunes y corrientes les gusta escuchar que se va aplicar la pena de muerte, que a los violadores hay que caparlos y también violarlos, que a los ladrones hay que mandarlos a una isla y que realicen trabajos forzados, es decir, las más drásticas sanciones que la misma derecha ha alimentado históricamente no sólo en Chile sino en todos lados donde imponen su filosofía. Además hay que agregar que la derecha actual hace fintas para desligarse de los que en dictadura eran sus ídolos y salvadores de la patria pero que en realidad siempre fueron unos asesinos que la misma derecha azuzó. Entonces era difícil que el actual Mandatario se inclinara por una ley de indulto general con motivo del bicentenario y a petición de la iglesia católica -cuyo propulsor es el Monseñor Goic- que en esto sostiene que cumple su misión de misericordia.
Parte de mi familia ha sufrido los rigores de la persecución política. Primero en la era de Gabriel González-Videla en la tristemente recordada ley maldita, y después en la dictadura genocida de 17 años sustentada por la derecha y que tuvo como pilares que esparcieron el horror a Augusto Pinochet, a Jaime Guzmán y a Manuel Contreras. Este trío fue nefasto para Chile y miles de chilenos.
No se puede sostener en beneficio de militares comprometidos con delitos de lesa humanidad ni es creíble por quienes participaron y defendieron el régimen militar que no sabían que se estaba llevando a cabo una de las masacres más brutales -ya que sólo prensa de derecha era la que existía y alababa al régimen- hechas por un gobierno amparado en todas las ventajas del Estado, en otras palabras, aplicando el terrorismo de Estado, pues quién quería informarse un poco respecto de las atrocidades que cometía la dictadura, lo único que tenía que hacer era sintonizar la radio Moscú en su programa escucha Chile, obviamente que había que hacerlo con mucho sigilo, en silenciio y en la noche con la luz apagada.
Tengo un familiar que sobrevivió a la dictadura -fue preso político- y como familia no tuvimos que soportar el dolor que aqueja a muchos compatriotas y que algunos siquiera han podido encontrar los restos de sus seres queridos asesinados -porque no ha habido colaboración de los militares implicados- y hasta ahora están en calidad de detenidos-desaparecidos. Y creo que por respetos a estos miles de chilenos que llevan este dolor, el indulto no es una medida bien recibida. La opinión de ellos en este sentido tiene una importancia fundamental. Los familiares de las víctimas de la dictadura dijeron no al indulto, y eso nos tiene que hacer meditar y empatizar con ellos.
Durante la campaña electoral se comprometió con los militares para "solucionar" el tema de los violadores de los derechos humanos; de esta forma pensaba que ganaba unos votitos más y de paso tranquilizaba a la derecha que íntimamente -algunos lo expresan claramante- piensa que hay que indultar a los criminales que delinquieron cuando gobernaron en dictadura. Mal que mal la derecha fue la sostenedora ideológica de ese régimen y los miitares fueron sus instrumentos, o sea el arma con que masacraron a tantos chilenos.
Pero el presidente Piñera no se podía decidir favorablemente -ahora- por el indulto, porque el entonces candidato Piñera habló de la puerta giratoria, de la mano dura contra la delincuencia, es decir, de todo ese show mediático que usó en compañía de la derecha para instalar el marco mental en los chilenos que la delincuencia era un tema que los "ineficientes" de la Concertación no habían sabido manejar.
Y así se pillaron los dedos. El indulto significaba para el gobierno una paradoja y una señal hacia la opinión pública de que no estaban cumpliendo con lo "cacareado".
La opinión pública según los sondeos está en contra de un indulto general. En términos televisivos, no tiene ratig. A los ciudadanos comunes y corrientes les gusta escuchar que se va aplicar la pena de muerte, que a los violadores hay que caparlos y también violarlos, que a los ladrones hay que mandarlos a una isla y que realicen trabajos forzados, es decir, las más drásticas sanciones que la misma derecha ha alimentado históricamente no sólo en Chile sino en todos lados donde imponen su filosofía. Además hay que agregar que la derecha actual hace fintas para desligarse de los que en dictadura eran sus ídolos y salvadores de la patria pero que en realidad siempre fueron unos asesinos que la misma derecha azuzó. Entonces era difícil que el actual Mandatario se inclinara por una ley de indulto general con motivo del bicentenario y a petición de la iglesia católica -cuyo propulsor es el Monseñor Goic- que en esto sostiene que cumple su misión de misericordia.
Parte de mi familia ha sufrido los rigores de la persecución política. Primero en la era de Gabriel González-Videla en la tristemente recordada ley maldita, y después en la dictadura genocida de 17 años sustentada por la derecha y que tuvo como pilares que esparcieron el horror a Augusto Pinochet, a Jaime Guzmán y a Manuel Contreras. Este trío fue nefasto para Chile y miles de chilenos.
No se puede sostener en beneficio de militares comprometidos con delitos de lesa humanidad ni es creíble por quienes participaron y defendieron el régimen militar que no sabían que se estaba llevando a cabo una de las masacres más brutales -ya que sólo prensa de derecha era la que existía y alababa al régimen- hechas por un gobierno amparado en todas las ventajas del Estado, en otras palabras, aplicando el terrorismo de Estado, pues quién quería informarse un poco respecto de las atrocidades que cometía la dictadura, lo único que tenía que hacer era sintonizar la radio Moscú en su programa escucha Chile, obviamente que había que hacerlo con mucho sigilo, en silenciio y en la noche con la luz apagada.
Tengo un familiar que sobrevivió a la dictadura -fue preso político- y como familia no tuvimos que soportar el dolor que aqueja a muchos compatriotas y que algunos siquiera han podido encontrar los restos de sus seres queridos asesinados -porque no ha habido colaboración de los militares implicados- y hasta ahora están en calidad de detenidos-desaparecidos. Y creo que por respetos a estos miles de chilenos que llevan este dolor, el indulto no es una medida bien recibida. La opinión de ellos en este sentido tiene una importancia fundamental. Los familiares de las víctimas de la dictadura dijeron no al indulto, y eso nos tiene que hacer meditar y empatizar con ellos.
Comentarios