Sebastián Piñera viajó a la Región de Coquimbo para defender su gestión ante Suez Energy consistente en relocalizar el proyecto termoeléctrico de Barrancones en otro sector, pues éste está protegido y despertó una ola de críticas a través de las redes sociales que movilizaron a los ciudadanos que protestaban por la instalación de dicha termoeléctrica que produciría daños al ecosistema de la zona. Además significaba un claro incumplimiento de una de las promesas de campaña (otra más) del Mandatario en vista de que éste se había comprometido a no autorizar el proyecto termoeléctrico que tiene como energía primaria el uso del carbón.
No sé si este episodio es un muy preparado show político-comunicacional o simplemente la constatación de la supeditación a las encuestas del Mandatario para subir en el rating de la popularidad. O también conjugación de ambas cosas.
Lo cierto es que Piñera, el gobierno y nuestro país se enfrentan a una situación muy compleja que consiste en conjugar la necesidad de crecer económicamente y la consiguiente demanda de energía para sostener dicho crecimiento. Además se incrementan las voces que no desean el uso de fuentes primarias de energía con alto grado de contaminación, como es el caso de la termoeléctrica de Barrancones que estipulaba el uso del carbón, que es el más contaminante de todas las fuentes de energía.
Hacia el 2020 Chile tiene que duplicar la capacidad de generación eléctrica, y por otro lado somos vulnerables energéticamente porque no tenemos ni gas ni petróleo. Tenemos carbón pero este mineral ya no se explota en Chile.
Existen otras energías renovables no convencionales, que poseen potencial de desarrollo en nuestro país, y son las siguientes: eólica, biomasa, solar, hidráulica y geotérmica. También se piensa en centrales nucleares, pero esta opción nadie la ha evaluado realmente y además que es tremendamente peligrosa en un país sísmico como Chile
Las centrales térmicas usan agua, pero esta se calienta en calderas a altas temperaturas mediante gas, petróleo o carbón para producir vapor que mueve las turbinas generadoras de electricidad.
Piñera en 48 horas frenó una decisión que había sido evaluada favorablemente para dar el vamos al proyecto termoeléctrico de Suez Emergy en Barrancones. El procedimiento para detener ese proyecto se hizo de manera informal -a través de un amigo con llegada a los empresarios-, pues a Piñera no le quedaba otra opción frente a las protestas de la ciudadanía, y a la vez no perdía el capital político -en términos de popularidad- logrado por la emergencia de los mineros atrapados en la mina San José.
Ahora este "arreglín" que hubo en este episodio probablemente deberá tener algún costo, pues nada es gratis hoy por hoy, menos entre empresarios que no acostumbran a dar puntadas sin hilo.
Piñera ahora a través de la prensa -que es controlada por la derecha- aparece como el héroe verde que cumple con las promesas de campaña no obstante que en este caso sus funcionarios y él mismo habían visado y aceptado la construcción de la termoeléctrica.
Los ambientalistas protestan por el uso de fuentes de energía primaria contaminantes, como en este caso el carbón. Por lo que se puede suponer que cualquier proyecto termoeléctrico que implique el uso de energías de origen fósiles en cualquier lugar de Chile no será tolerado, y a juzgar por la reciente movilizacíon exitosa en el sentido de parar un proyecto termoeléctrico, nuestro país se verá enfrentado a graves problemas al respecto, pues el crecimiento económico y los elevados consumos energéticos que hemos adquiridos los chilenos, hacen imprescindibles aumentar la capacidad de generación eléctrica, pero tendría que ser a través de energías renovables no convencionales, lo que por el momento no sería posible, a menos que se aceleren los estudios para aprovechar energías no contaminates.
Quizás una opción no tan contaminante -para no frenar el PIB del país- sería usar gas boliviano en el marco del ansiado acceso al mar del país altiplánico. Es decir, recurrir al famoso canje territorial con Bolivia. Este país nos proporcionaría territorios, gas y recursos hídricos, y Chile entregaría acceso al mar. No es una negociación tan utópica si es que Perú generosamente no se interpone como lo hizo en el pasado.
No sé si este episodio es un muy preparado show político-comunicacional o simplemente la constatación de la supeditación a las encuestas del Mandatario para subir en el rating de la popularidad. O también conjugación de ambas cosas.
Lo cierto es que Piñera, el gobierno y nuestro país se enfrentan a una situación muy compleja que consiste en conjugar la necesidad de crecer económicamente y la consiguiente demanda de energía para sostener dicho crecimiento. Además se incrementan las voces que no desean el uso de fuentes primarias de energía con alto grado de contaminación, como es el caso de la termoeléctrica de Barrancones que estipulaba el uso del carbón, que es el más contaminante de todas las fuentes de energía.
Hacia el 2020 Chile tiene que duplicar la capacidad de generación eléctrica, y por otro lado somos vulnerables energéticamente porque no tenemos ni gas ni petróleo. Tenemos carbón pero este mineral ya no se explota en Chile.
Existen otras energías renovables no convencionales, que poseen potencial de desarrollo en nuestro país, y son las siguientes: eólica, biomasa, solar, hidráulica y geotérmica. También se piensa en centrales nucleares, pero esta opción nadie la ha evaluado realmente y además que es tremendamente peligrosa en un país sísmico como Chile
Las centrales térmicas usan agua, pero esta se calienta en calderas a altas temperaturas mediante gas, petróleo o carbón para producir vapor que mueve las turbinas generadoras de electricidad.
Piñera en 48 horas frenó una decisión que había sido evaluada favorablemente para dar el vamos al proyecto termoeléctrico de Suez Emergy en Barrancones. El procedimiento para detener ese proyecto se hizo de manera informal -a través de un amigo con llegada a los empresarios-, pues a Piñera no le quedaba otra opción frente a las protestas de la ciudadanía, y a la vez no perdía el capital político -en términos de popularidad- logrado por la emergencia de los mineros atrapados en la mina San José.
Ahora este "arreglín" que hubo en este episodio probablemente deberá tener algún costo, pues nada es gratis hoy por hoy, menos entre empresarios que no acostumbran a dar puntadas sin hilo.
Piñera ahora a través de la prensa -que es controlada por la derecha- aparece como el héroe verde que cumple con las promesas de campaña no obstante que en este caso sus funcionarios y él mismo habían visado y aceptado la construcción de la termoeléctrica.
Los ambientalistas protestan por el uso de fuentes de energía primaria contaminantes, como en este caso el carbón. Por lo que se puede suponer que cualquier proyecto termoeléctrico que implique el uso de energías de origen fósiles en cualquier lugar de Chile no será tolerado, y a juzgar por la reciente movilizacíon exitosa en el sentido de parar un proyecto termoeléctrico, nuestro país se verá enfrentado a graves problemas al respecto, pues el crecimiento económico y los elevados consumos energéticos que hemos adquiridos los chilenos, hacen imprescindibles aumentar la capacidad de generación eléctrica, pero tendría que ser a través de energías renovables no convencionales, lo que por el momento no sería posible, a menos que se aceleren los estudios para aprovechar energías no contaminates.
Quizás una opción no tan contaminante -para no frenar el PIB del país- sería usar gas boliviano en el marco del ansiado acceso al mar del país altiplánico. Es decir, recurrir al famoso canje territorial con Bolivia. Este país nos proporcionaría territorios, gas y recursos hídricos, y Chile entregaría acceso al mar. No es una negociación tan utópica si es que Perú generosamente no se interpone como lo hizo en el pasado.
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