Desde sus inicios, este altruista fin no estuvo exento de voces críticas, no por el fin en si mismo, sino por la forma en que se llevaba a cabo la misión de recaudar el dinero. Personas como Patricio Bañados, Pedro Carcuro y Enrique Lafourcade entre otros, tuvieron una visión muy crítica acerca del evento Teletón. El último -el escritor Enrique Lafourcade- posteriormente cambió de opinión aceptando que Teletón era un fenómeno necesario para los chilenos, pues el autor de "Palomita Blanca" había sufrido en carne propia la dificultad emocional y financiera de la discapacidad de un hijo suyo.
Los críticos de la Teletón en gran parte tienen razón, ya que la caridad debería ser anónima y las empresas que participan del evento no debieran usar este fin para mejorar su imagen corporativa. La verdad que todo eso es cierto si lo miramos desde una perspectiva ortodoxa, pero impracticable en mundo actual demasiado individualista y poco dado a la generosidad y a la verdadera solidaridad. Las empresas que no rentabilizan en esta pasada renuncian y no participan, aunque son muchas las que pugnan por ser parte de la Teletón. Son necesarias al igual que la farándula y la Televisión para reunir el dinero. Y es tan así que la Teletón existe principalmente por ellos, son el motor que hace remover los corazones...y, lo que se busca realmente, los bolsillos. No todo es el mierdal entretenido y banal que día a día nos entregan estos dos espectros mediáticos, sino también relucen una faceta mediáticamente altruista y solidaria.
Mario Kreutzberger -mas conocido como Don Francisco-, con una mirada pragmática o con la lógica del hombre común se da cuenta que la publicidad y los medios de comunicación son una herramienta eficaz y poderosa para influir, convencer, seducir y llevar a la masa a preferir una idea, un servicio o un producto. Es de este modo como las empresas logran vender sus productos y servicios, aplicando técnicas de mercadotecnia y publicidad. La gente, en gran parte, compra o prefiere determinados productos porque detrás de ello hay un especializado esfuerzo de marketing que logra crear necesidades por satisfacer en las personas.
Nuestro país por muchos años no tuvo Teletón, de hecho hay muchos países que no la tienen, sin embargo tampoco existía la gran necesidad de contar con centros de rehabilitación para discapacitados o personas con capacidades especiales; era una más de nuestros dolores y miserias como las que tenemos en torno a la pobreza, la salud, la educación, la desigualdad... y que resbalan al momento de darles un verdadero giro revolucionario y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos en un contexto en que cada vez más escasea una conciencia solidaria y en que "los demás parecen ya no importar". Y toda esa desidia social frente a la discapacidad se ha ido esfumando al utilizar el marketing, la publicidad y los medios como herramientas para conseguir un fin loable a través de medios prácticos y expeditos.
Y por qué no usar toda esa expertise para motivar y en el fondo vender el producto Teletón. Personalmente encuentro lícito que se usen los medios de comunicación y la publicidad para crear la necesidad en las personas de tener institutos destinados a la rehabilitación. Eventualmente -como se da a entender durante las 27 horas que dura la Teletón- todos podríamos tener la necesidad de recurrir a los centros de la Teletón. De otra forma creo que no sería posible hacer realidad lo que por 32 años a logrado la Teletón; porque el chileno no es tan solidario, somos tan canallas y buenos como todo el mundo. La cuenta 24.500-03 del Banco de Chile permanece abierta todo el año y ningún chileno va a ir a depositar a esa cuenta en los días distintos a los que se realiza el evento social, mediático, artístico, comercial, solidario, sicológico, emocional, financiero, publicitario llamado Teletón, así de simple , duro y claro. Mientras que como sociedad no seamos completamente maduros la Teletón debe ser mirada desde el pragmatismo, o sea, lo que interesa es reunir el dinero para rehabilitar y crear institutos, y si es necesario montar un show aprovechando la farándula y la Televisión, bienvenida sea.
No obstante de todo el esfuerzo mediático y publicitario en torno al evento Teletón, increíblemente es mucha la gente que no aporta, lo que significa que hay un mercado que está abierto para desarrollar técnicas de persuasión coercitivas más fuertes aún que signifiquen más aportes a la Teletón. En este contexto caben personas de todas las clases sociales, aunque es sabido empíricamente que los que más aportan proporcionalmente a sus ingresos son los más pobres.
También se sabe que el aporte de las personas representa cerca del 70% de lo recaudado y el restante es lo que ponen las empresas, que en el fondo es plata de las mismas personas que han comprado los productos incluidos en las maratónicas jornadas publicitarias y mediáticas. Pareciera que la Teletón tampoco ha estado exenta del desprestigio en que han caído las instituciones en Chile, en un país en que se empieza a desconfiar hasta de la sombra y nadie da puntada sin hilo.
En la Teletón del 2008 apareció un empresario atípico, Leonardo Farkas, que hizo un aporte de mil millones de pesos, siendo imitado por otro empresario chileno, José Luis Nazar, radicado también en Estados Unidos haciendo un aporte similar. Esta extraordinaria generosidad de estos chilenos sorprende no sólo por el gran aporte que significa para la Teletón, sino también porque no son las fortunas más altas de nuestro país, con lo cual quedan de manifiesto la exigüidad y tacañería de las familias más pudientes de Chile. Hay que destacar que en Estados Unidos pagan impuestos las empresas e individualmente las personas accionistas de esas mismas empresas. En Chile esto no se tolera, pues según arguyen, no se les puede cobrar dos veces los impuestos, no haciendo la diferenciación que se hace en el gran país del norte.
Farkas inició el camino como ejemplo para que los pudientes de una vez por todas se pongan con la Teletón y no sean siempre los pobres los que más aportan.
La organización de la Teletón tiene que explotar este mercado casi virgen de las familias chilenas más ricas que potencialmente pueden hacer aportes similares al que hizo el 2010 a Teletón la familia Luksic, emulando al filántropo y millonario Leonardo Farkas.
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