
El modelo de libre mercado se muestra eficiente a la hora de generar crecimiento económico y ganancias para sus actores, pues está diseñado para que las empresas en un contexto lo más desregulado posible logren su fin fundamental: el lucro. Pero qué pasa cuando esta ideología se traspasa a todos los ámbitos de la sociedad y se mercantiliza todo: surge lo que estamos viendo en todo el mundo con el fenómeno de los indignados y en nuestro Chile -que desde los fines de los 70 implantó el modelo como uno de los más ortodoxos y desregulados del mundo de la mano de los "chicago boys"- con la irrupción de los movimientos ambientalistas, estudiantiles, de trabajadores, de deudores de la banca y el retail, de jubilados, de usuarios del sistema de salud, etc., etec., etc. que sienten frustración, angustia e ira frente a un sistema que pareciera depredar el medioambiente y que el crecimiento de las cifras macroeconómicas no están llegando a la gente.
Y esto sucede porque se pone el énfasis en la ganancia de las empresas, el lucro, que per se no es malo, pero que si se antepone al logro de bienes intangibles para las persona, como es la educación, la salud, seguridad, previsión, medio ambiente, las consecuencias pueden ser nefastas para la convivencia de la sociedad.
¿Por qué hay universidades que han ganado tanta plata y han sido vendidas a empresarios que ven un promisorio negocio en ese rubro?, ¿por qué las Isapres han generado suculentas ganancias? Porque el fin es ganar plata, es decir, lo suyo no es la educación ni la salud. Y se hace sin empacho alguno, pues esas entidades se adscriben al modelo de mercado imperante -con un Estado menos protagónico de su rol social- desplazando cualquier otro fin que no sea el lucro. En cualquier industria, negocio o empresa, los propietarios de éstas no van a elaborar un producto que les dure eternamente al usuario, sino que hay un especial proceso para que este producto en un tiempo más el consumidor lo vuelva a adquirir, y así el productor infinitamente pueda seguir aumentando las ganancias en el tiempo, pues las empresas no están para fines filantrópicos, sino su función está más prosaicamente destinada a obtener el máximo de ganancias al más bajo costo siempre. El modelo está diseñado para ese efecto, que no tendría tanta incidencia si se tratara de bienes tangibles o superfluos, que pueden solucionar ciertas carencias o lograr progreso material en las familias dependiendo de su poder adquisitivo para lograr los bienes y servicios que el mercado ofrece, pero en lo que se refiere a bienes más generales y fundamentales en el desarrollo humano de un país, el mercado no es eficiente, es más, es nocivo, como ha quedado demostrado palmariamente en estos últimos treinta años de administración del modelo de economía de mercado.
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